Hoy se cumple un año desde que Felipe VI de Borbón accediera a la Jefatura del Estado Español sustituyendo y poniendo fin al reinado a su padre, Juan Carlos de Borbón, en un proceso que obvió la fuerte movilización popular que demandaba el derecho de los pueblos del estado a decidir libremente sobre su modelo de Estado.
Este cambio se produjo en un momento en el que la monarquía y la Casa Real sufrían un fuerte y merecido descrédito social fruto de su propia naturaleza corrupta y de su rol como clave de bóveda del capitalismo neoliberal de nuestro estado, manteniendo y acrecentando el poder de las oligarquías financieras estatales e internacionales en detrimento de los derechos sociales, económicos y políticos de la clase trabajadora.
En un momento en el que las instituciones del Estado se tambalean, el cambio de Borbón ha de entenderse como una medida gatopardista: cambiar todo para que todo siga igual. Es decir, el régimen y la oligarquía económica que lo sustentan buscan en Felipe VI la figura que recomponga y fortalezca al bloque hegemónico y los consensos constitucionales del 78 -ampliamente cuestionados en los últimos años. Para ello, Felipe VI ha introducido algunas reformas cosméticas con el fin ‘visibilizar’ el compromiso de la Casa Real ante las demandas de cambio expresadas por una amplia mayoría de la sociedad, pero que no han cambiado la esencia de una institución que actúa únicamente en beneficio del capital y la clase social dominante.
Sin embargo, para la juventud nada ha cambiado durante este último año. Seguimos viviendo en la precariedad, padeciendo tasas de paro absolutamente insoportables que fuerzan a miles de jóvenes al exilio económico para buscar un futuro lejos de su tierra, etc. mientras tenemos a un nuevo rey plegado a los intereses de la oligarquía estatal e internacional, o que no ha dudado en mostrar públicamente su apoyo a tratados como el TTIP que suponen la mayor agresión internacional a la que se enfrenta la clase trabajadora en su lucha por salvaguardar los derechos conquistados tras décadas de luchas obreras.
Por ello, desde la Unión de Juventudes Comunistas de España:
- Reafirmamos nuestro rechazo a la imposición de Felipe VI como Jefe del Estado, y reivindicamos el derecho de los pueblos del Estado a elegir libremente a sus gobernantes
- Denunciamos el papel de la monarquía, con Felipe VI a la cabeza, como principal garante del actual ‘Status quo’ en el que el derecho a una educación pública y de calidad, a la vivienda digna o al trabajo son a menudo negados a la juventud y a la clase trabajadora
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Exigimos la apertura de un proceso constituyente y democrático que devuelva el poder al pueblo para avanzar hacia la tercera república como vía al Socialismo.