Los próximos días 9 y 10 de julio, cientos de militantes del Partido Comunista de España (PCE) nos reunimos en Madrid con motivo de su XXI Congreso. Un proceso congresual del Partido es siempre fundamental para todas las que militamos por reconstruir el Partido Comunista, pero lo es más si cabe atendiendo al estado actual de la lucha de clases en nuestro país —tanto en el plano de la situación material de las trabajadoras como en el de su organización política—.
Primeramente, vemos cómo el actual desarrollo de las fuerzas productivas lleva a que las crisis cíclicas estén cada vez más cercanas en el tiempo y conduzcan a un camino sin salida: el de la ganancia capitalista. Como consecuencia, el plusvalor disponible para su redistribución por parte de la institucionalidad burguesa es cada vez menor y, a la par, aumenta la explotación capitalista y la extensión de las lógicas gananciales en todos los ámbitos de la vida de nuestra clase. Todo esto nos lleva a la primera conclusión: la evidencia general del agotamiento histórico del proyecto socialdemócrata por ser materialmente irrealizable tan siquiera para el corto plazo.
En segundo lugar, y precisamente conectando con esta última, la lucha de clases hoy está atravesada por el retroceso político de la clase obrera, que no es más que el resultado de una crisis ideológica del marxismo-leninismo con 70 años de recorrido. Esta crisis, que no se puede analizar sino de forma histórica y estudiando los aciertos y errores del proletariado revolucionario, conllevó un giro oportunista, primero, en el Partido Comunista de la Unión Soviética y, por difusión, en buena parte de Partidos Comunistas que, como el nuestro, se atrofiaron como herramientas revolucionarias a la par que nuestra clase caía en la impotencia política.
En el caso del Partido Comunista de España, dicha anulación de sus potencialidades revolucionarias culminó cuando su degeneración oportunista llevó a abrazar las tesis eurocomunistas; se renunciaba, así, a la dictadura del proletariado, al marxismo-leninismo como teoría revolucionaria y, en definitiva, al proyecto comunista. En adelante, tener en consideración la inexistencia del Partido Comunista como herramienta es imprescindible para poder comprender el resto del despliegue de la pérdida de nuestra independencia política respecto de las fuerzas burguesas, siendo este muy parecido a lo visto en otros escenarios del centro imperialista: el auge y hegemonía de la aristocracia obrera en lo que a la dirección del Movimiento Obrero se refiere, un Movimiento Obrero que pasaría e estar dirigido a permear con sus limitaciones reformistas en el Estado burgués.
Es por esto por lo que la Juventud Comunista (UJCE) afirmamos que ningún elemento de nuestra estrategia tiene sentido sin la reconstrucción del Partido Comunista como herramienta revolucionaria fundamental de la clase obrera para el derrocamiento de la burguesía. Es en este punto donde se entiende que nuestro proyecto político-organizativo se defina por ser la Escuela de Cuadros del Partido Comunista de España, en tanto que consideramos que la referida tarea de reconstrucción no tiene recorrido fuera de él, pero a la vez que ésta es inviable sin un ejercicio denodado en la formación en la teoría revolucionaria. Únicamente garantizando que la Juventud Comunista accione firmemente esta formación teórica-práctica, venciendo a todas las resistencias ensartadas en el caracterizado momento político y que se concretan en forma de distintas desviaciones, podemos pensar, entonces, que nuestro paso a la militancia en el Partido Comunista de España alberga un horizonte de restauración de la independencia política como clase.
Esta es la encrucijada en la que llega el XXI Congreso del Partido Comunista de España, pudiéndose detectar todo lo anteriormente desarrollado en su contenido. Como Juventud Comunista somos conscientes de que todavía queda mucho camino por recorrer hasta la reconstrucción del Partido Comunista, entendiendo que ella no depende de consignas o cambios de nomenclaturas y, por el contrario, que lo hace de la adscripción coherente a la teoría revolucionaria y a la capacitación para aterrizar esta en nuestro trabajo entre las masas. Desde esta perspectiva, nos resistimos a dejarnos llevar por los deseos o desesperaciones que afrontan desde el maximalismo el 9 y 10 de julio. La autocrítica inmediata de los errores que el Partido haya podido cometer es, indudablemente, más que necesaria y renegar de ella no es más que una expresión de quintacolumnismo destinado a aplastar nuestro proyecto; pero pensar que ésta es sinónimo de acercarse mediana o notablemente a la tan ansiada reconstrucción completa del Partido, además de desacertado, solamente nos puede conducir a pasos en falso.
Así todo, como Juventud Comunista saludamos un XXI Congreso del Partido Comunista de España que nos abre una gran oportunidad para aportar férreamente en favor del avance del marxismo-leninismo en su seno; en favor, pues, de la recuperación de una herramienta por y para la clase obrera revolucionaria, detentora de un proyecto histórico que imponer frente al de otros sectores populares para romper con la dictadura burguesa e instaurar, desde la base del Poder Popular, la de nuestra clase.
¡Viva el Marxismo-Leninismo!
¡Viva el Partido Comunista!
Alfonso Armesto Prósper.
Secretario General de la Juventud Comunista.