Por ejemplo, echándole un ojo a los datos del paro vemos cómo Andalucía se sitúa como la comunidad, con diferencia, con más parados. Y es sólo uno de los múltiples datos que podríamos ofrecer para reforzar esa idea del desastre andaluz.
Sin embargo, como es de suponer, esta situación tiene unos condicionantes estructurales muy claros.
Históricamente, la burguesía andaluza ha sido una burguesía concentrada en las actividades del ocio y lo agrario y carentes de toda ambición productiva de otro tipo. A menudo, los empresarios andaluces tendían a la acumulación de vastas extensiones de tierra con el objetivo de que las rentas de la tierra rindiesen lo suficiente como para vivir con cierta soltura. Esto tenía dos consecuencias directas: una, la concentración de la producción y de las actividades empresariales en el sector agrario y dos, la tendencia a la baja de los salarios de los jornaleros. Es decir, Andalucía ha presentado una estructura social y productiva más cercana al feudalismo que al capitalismo burgués industrial.
Esta tendencia, mantenida e incentivada durante el franquismo, reforzó el papel de las oligarquías terratenientes de Andalucía que eran usadas para mantener el control social a cambio de mantener el statu quo y se fortaleció la proyección cultural de Andalucía hacia el resto de España como una pueblo inculto y aborregado. Esto de facto impidió el aprovechamiento productivo de las capacidades de Andalucía estancando el desarrollo de la región.
Sería incompleto pensar que la situación es fruto de una infeliz suerte de coincidencias. La división territorial del trabajo y la producción en España se traduce precisamente en este tipo de distribución. La tardía incorporación de Andalucía a la industrialización coincide con la expansión industrial de otras regiones como Euskadi o Catalunya y el motivo no es una escasez de medios naturales (Andalucía tiene importantes yacimientos mineros y buenas comunicaciones para la industria) ni humanos (habida cuenta el bajo nivel salarial de la región). En el reparto del beneficio estatal las oligarquías se dividen el mercado español y las clases dirigentes andaluzas (junto con otras regiones del sur) se quedan con los espacios agrarios.
De aquellos polvos, estos lodos. Como se ve en el gráfico, hay una fuerte relación, a día de hoy, entre la tasa de empleo industrial y la tasa de desempleo donde aquellas regiones donde la industria tiene un peso importante en sus economías presentan una tasa de desempleo menor (y esto también suele implicar mayor renta per cápita, menor tasa de pobreza, etc.).
La situación de Andalucía se puede caracterizar como una región periférica dentro de un país de marcado carácter periférico dentro del polo imperialista que es la Unión Europea. Es decir, Andalucía se circunscribe también dentro de los planes que la burguesía organizada ejecuta para la extracción del beneficio. La situación de Andalucía es atrasada con respecto a otras regiones, sí, pero es necesariamente atrasada para que las burguesías nacionales mantengan su paz a través del reparto de los mercados a costa del desarrollo de lxs andaluces y andaluzas.
Por eso, la única alternativa posible para Andalucía es precisamente plantar cara a sus clases dirigentes construyendo socialismo como respuesta al subdesarrollo, necesario para la burguesía pero manifiestamente insuficiente para el pueblo andaluz.
Alejandro Quesada es responsable de Autofinanciación de la Juventud Comunista de Andalucía. Puedes leer más artículos en su blog http://aquesada.com/