Desde el PCE-Aragón y la Juventud Comunista en Aragón nos sumamos al dolor del pueblo andorrano y, en concreto, a la de la familia que ha visto quebrada su vida por un nuevo asesinato machista.
El verano de 2019 está siendo realmente aciago en cuanto a violencia machista. Según las cifras de feminicidio.net, 14 asesinatos machistas en junio, 12 en julio y mal camino llevamos ya en agosto, con 3 asesinatos (deseando encarecidamente que no sean cuatro). Eso sin sumarle la cantidad de violaciones que han sido denunciadas.
Estas cifras sangrantes seguirán aumentando, sin duda y por desgracia. Y es que la “masculinidad hegemónica” que hemos construido como sociedad es la de un hombre que ejerce poder y control sobre la vida de mujeres y menores. Y, por desgracia, algunos hombres ejecutan ese poder sesgando esas vidas. Sumado a los feminicidios, este es el tercer menor del año asesinado por violencia machista, como arma para causar dolor a las madres.
Y les demostramos que tienen ese poder cuando, por ejemplo, leemos los titulares de este asesinato: “un hombre se ha suicidado”, “un hombre mata a su hijo” “un hombre mata a un menor”… Sin embargo, ningún titular “un hombre mata a una mujer’”, cuando así sucede. Es llamativo cómo el lenguaje construye imaginario, y qué bien lo saben quienes manejan la visión colectiva de la realidad.
También les estamos otorgando ese control cuando un juzgado quita la custodia a una madre y se la otorga a un padre maltratador, porque el régimen de visitas no se adecúa a las necesidades de él.
Por supuesto, confirman su posición siempre que un juzgado le otorga régimen de visitas a un maltratador, como si el maltratador y padre fueran dos seres diferentes, obviando el Convenio de Estambul y la Ley de igualdad, que otorga categoría de víctimas también a los hijos e hijas y, por lo tanto, deberían tener las mismas medidas de protección respecto al maltratador.
Nos hacemos cómplices de esa construcción social asesina cuando permitimos un partido político cuestione la mera existencia de la violencia machista, y no sólo eso, si no que le otorgamos poder político decisorio.
No nos valen grandes discursos, no nos valen quienes se rasgan las vestiduras públicamente, sólo nos valen ya acciones concretas. Nada que no sea dotar a las mujeres de herramientas emancipatorias, nada que no sea eliminar los privilegios masculinos, nada que no sea la exclusión social de los machistas, nos sirve ya.
Saldremos a la calle para ocupar el espacio que nos corresponde, denunciaremos cada una de las situaciones machistas que vivimos, haremos huelgas para demostrar el valor del feminismo, nos haremos fuertes entre nosotras y con aquellos hombres que quieran caminar esta senda en la que no daremos ni un paso atrás. No queremos llorar a ninguna mujer más. No queremos llorar por ningún/a hijo/a más. No queremos temer por nuestras vidas sólo porque somos mujeres. Esto no es una sociedad democrática. Feminismo o barbarie.