El ataque norteamericano con misiles en el aeropuerto internacional de Bagdad y el asesinato del general Soleimani, ordenado por el presidente Trump, vuelve a crear una peligrosa situación en Iraq y en todo Oriente Medio, en una nueva escalada imperialista que utiliza, otra vez, el viejo proceder de las potencias coloniales. El desprecio por el derecho internacional mostrado por Estados Unidos, y su deliberada actuación militar al margen de cualquier respeto a la soberanía de Iraq, ha sido tan evidente que ha llevado al propio presidente iraquí, Mahdi, a calificar el bombardeo y el asesinato de Soleimani como una agresión.
En una deliberada provocación a Teherán, añadiendo sal a las heridas, el secretario de Estado Mike Pompeo celebraba el asesinato de Soleimani y aplaudía la supuesta alegría popular en Iraq por los ataques de sus fuerzas. A su vez, en una arriesgada espiral de enfrentamientos, el ayatolá Alí Jamenei, máximo dirigente iraní, clamaba venganza contra los responsables del bombardeo.
El origen del nuevo episodio de tensión fue el ataque de las tropas norteamericanas el 29 de diciembre que causó decenas de muertos entre milicianos de Hezbolá, que llevó después al asalto de la embajada estadounidense en Bagdad en protesta por los asesinatos. El Pentágono, preparando a la población norteamericana para el posible inicio de la guerra, acusaba públicamente a Soleimani, tras su asesinato, de ser responsable de la muerte de centenares de soldados norteamericanos, cifra a todas luces falsa, alentando el patriotismo pendenciero en su país. Desde hace meses, Estados Unidos baraja la posibilidad de atacar directamente a Irán: califica de terroristas a organizaciones iraníes, ha impuesto nuevas sanciones económicos a su gobierno, saboteando la venta del petróleo iraní con un embargo que sigue la lógica de la agresión y la guerra, y ha destruido los avances conseguidos abandonando unilateralmente, sin justificación alguna, el acuerdo nuclear 5+1 pactado con Teherán. Ahora, en un nuevo y arriesgado paso, en lugar de utilizar la diplomacia y dar una oportunidad a las negociaciones directas con Irán, la Casa Blanca parece decidida a iniciar una nueva guerra en la región, asumiendo los objetivos de los halcones israelíes que exigen desde hace meses atacar a Irán, un enfrentamiento que complacería al mismo tiempo a la dictadura saudí.
Ninguno de los conflictos y guerras en Oriente Medio pueden solucionarse con el recurso a la fuerza. Ni el drama del forzado éxodo palestino y de su dura vida bajo la segregación y la ocupación militar israelí; ni la aspiración a la paz del pueblo sirio, ni la interminable guerra de Afganistán; ni el polvorín, la miseria y los feudos y banderías religiosas de Iraq, ni la angustiosa situación del pueblo iraní, se resolverán con una nueva guerra. Las potencias occidentales deben salir de Oriente Medio: es occidente quien desde hace un siglo ha envenenado la región con sus intervenciones y guerras impuestas.
España, la Unión Europea y el mundo deben exigir a Estados Unidos la aplicación del acuerdo nuclear 5+1 con Irán, el cese de los ataques militares, y el inicio de su retirada, además del respeto a la soberanía de cada país, y el cumplimiento del derecho internacional y de las normas civilizadas contempladas en la carta de las Naciones Unidas.
Por todo ello, el Partido Comunista de España y la Juventud Comunista piden a la Unión Europea que condene esta agresión y que exija a Estados Unidos la inmediata detención de sus ataques, repruebe sus ataques militares, y proponga la reactivación de las negociaciones con Irán, para impedir el estallido de una nueva guerra en el atormentado Oriente Medio.