Tras 10 años de políticas neoliberales, desarrolladas por PP y PSOE, parece que con el nuevo Gobierno se abre una vía hacia políticas tímidamente sociales que puedan asumir alguna de las reivindicaciones que el pueblo movilizado ha exigido en la última década. Saludaremos cualquier medida que garantice los derechos sociales y cívicos y mejore las condiciones de vida de la clase trabajadora como no puede ser de otra manera, pero seguiremos señalando los estrechos límites del Régimen del 78 y su incapacidad de conquistar una vida digna para la clase trabajadora.
Si el gobierno limita la apertura de las casas de apuestas nosotras seguiremos luchando por su completa desaparición de los barrios obreros; si se limita el precio del alquiler seguiremos exigiendo un parque público de viviendas para que esta deje de ser un negocio en manos de especuladores; si se deroga la reforma laboral de 2012 nosotras iremos a por el siguiente paso que es pedir la derogación de la de 2010 y la eliminación de las ETTs. Mantener un gobierno que realice estas ligeras reformas para cerrar definitivamente la crisis de régimen no es nuestro objetivo final.
El poder de Estado no recae en el Gobierno, que aunque por propia voluntad intente impulsar medidas progresistas estas no podrán aplicarse sin una movilización social que obligue y exija que se apliquen. Frente a la oposición de las estructuras del Estado tiene que haber un bloque popular que evidencie las necesidades de nuestra clase. Si este Gobierno quiere sobrevivir la legislatura no le queda otra opción que apoyarse en la movilización y organización popular pero sin aspirar que esta esté a su servicio. El tejido popular tiene que marcarse objetivos que vayan más allá de lo posible en el actual estado, criticar cuando hay que criticar, movilizarse cuando hay que movilizarse y sobre todo no adormecerse ni permitir que debiliten la construcción de Poder Popular. Parafraseando a nuestro camarada Marcelino Camacho, entre lo posible y lo necesario los y las jóvenes comunistas seguiremos luchando por lo necesario.
No minusvaloramos por otro lado el peligro de fastiscización que vive nuestro país con los tres partidos de la derecha situados en una estrategia que roza el golpismo. Sus apelaciones a España, al Ejército y al Rey, como depositario de la soberanía nacional, nos recuerdan la poco profunda democratización que se dio en la Transición. Ante este peligro nosotras llamamos a la movilización, a la toma de partido y a la organización popular para frenarlos; ni un cordón sanitario, ni la puesta en marcha de tímidas políticas sociales les va a frenar. Como se demostró en 1936 sólo la capacidad organizativa y de movilización social que tuvo la clase obrera logró contener al fascismo tres años y solo fue la movilización y las huelgas obreras las que empujaron a la transformación de Régimen durante la Transición. Y para esto hace falta sacar al antifascismo de la marginalidad política y establecer las alianzas antifascistas más amplias posibles.
Nuestro objetivo es la ruptura del Régimen del 78, y la consiguiente iniciación de un proceso constituyente para construir una III República soberana, es decir fuera de la UE, de la OTAN y del Euro (€); como vía al Socialismo. Nuestra lealtad estará siempre atada a este objetivo y a nuestra clase, y no a un Régimen que arrastra casi 42 años de explotación. Sin una estrategia clara que guíe y dirija la actividad y el rumbo de las y los comunistas en nuestro país la clase obrera, huérfana de referentes, podrá caer en las manos del fascismo.