Las comunistas seguimos afirmando que las violencias machistas condicionan nuestras vidas, que como obreras sufrimos la explotación de nuestra clase, pero que además somos las víctimas de la violencia machista que nos oprime y nos asesina. Vivimos en una sociedad donde nos acosan, insultan, maltratan, violan, marginan y explotan por el mero hecho de ser mujeres. Donde las personas LGTB sufrimos violencia a diario por no encajar en los estereotipos y roles de género vigentes. Toda esta violencia, se ve, además, agravada por un fenómeno a la orden del día en nuestros tiempos: la violencia psicológica y simbólica que en la mayoría de las ocasiones no es tan visible como los demás tipos de violencia machista. En este año marcado por el fantasma de la Pandemia y los estragos que ha agravado sobre nuestra salud mental, queremos destacar el papel de la violencia psicológica como herramienta de control y sufrimiento sobre las mujeres
Las relaciones sociales construidas en este sistema tienen un marcado carácter patriarcal que necesitan de otros instrumentos que permitan que la rueda siga girando. Dentro de este modelo capitalista y patriarcal, se cimentan unos roles de género claramente establecidos y dictaminados que nos marcan lo que debemos hacer, sentir y poner en práctica durante toda nuestra vida. Estos roles, femenino o masculino, condicionan quiénes vamos a ser y qué lugar vamos a ocupar dentro del sistema, y también qué violencia específica vamos a sufrir por el simple hecho de ser mujeres: la doble explotación, la brecha salarial, la discriminación, el acoso sexual, el maltrato psicológico, la pobreza feminizada y, en algunos casos, el asesinato mismo.
El uso de la salud mental y las distintas patologías como herramienta punitiva ha sido utilizada históricamente contra aquellos colectivos que no encontraban en este sistema su lugar. Desde la patologización de la transexualidad o de la “histeria femenina”, hemos sufrido la violencia en nuestras propias carnes y mentes de lo que el sistema capitalista y patriarcal ha considerado necesario para que sigamos reproduciendo unos roles y funciones claros. Nos han enseñado a aspirar a un modelo de vida basado en la estabilidad material que no es real y que se encuentra completamente alejado del sistema en el que vivimos pretendiendo que seamos felices con lo que nos ha tocado.
Hemos asumido aspiraciones que nos han llevado a establecer relaciones que no son sanas para nosotras mismas: a no poder ser y desarrollarnos libremente, a tener que aceptar las miradas de un jefe, el acoso cuando salimos de fiesta, el miedo a volver sola a casa o a que nuestra pareja se crea con derecho a decirnos cómo debemos actuar, qué debemos vestir o con quién debemos hablar. Y, sumado a todo ello, la culpabilidad que tenemos cuando nuestra conducta se sale de la lógica patriarcal.
Estamos hartas de vivir regidas por unos roles dicotómicos implantados por el sistema patriarcal que no hacen más que destrozarnos física y psicológicamente para que el sistema capitalista no se vea afectado: para que la rueda siga girando. Es el momento de rebelarnos, organizarnos y apoyarnos contra toda la violencia. No vamos a permitir que nos sigan violentando, acosando, insultando y asesinando.
Ha llegado la hora de decir basta, de dejar de asumir que debemos tragar para aspirar a ese modelo de relación y vida que nos han vendido que nos hará felices. No podemos seguir normalizando la incapacidad de vivir nuestra propia vida en un sistema que nos oprime y nos intenta encorsetar en su dualidad de géneros y los roles asignados a estos.
La solución nunca será individual. Nos quieren solas, perdidas y sin apoyo, sufriendo violencia diaria en silencio para que la rueda siga girando. Nos tendrán organizadas, juntas y solidarias. De esta no saldremos de forma individual: es necesario dar el paso y organizarse, luchar en cada resquicio que nos dejen, en cada barrio, instituto o trabajo. Demostrar que no estamos solas, que podemos ser el escudo contra el Régimen que nos quiere sumisas y calladas, que podemos apoyarnos, cuidarnos de forma colectiva y luchar contra el sistema que genera violencia.
Hoy, como cada día, seguiremos gritando que basta ya de violencia machista en todas sus formas.