Este pasado sábado, 3 de junio, el Comité Central del Partido Comunista de España (PCE) aprobaba la expulsión de toda la dirección central de la Juventud Comunista (UJCE) y se autoerigía como su nueva Gestora. El motivo que exponen para hacerlo es simple: el proyecto de reconstrucción del Partido Comunista que representa hoy la Juventud Comunista no cabe en la estructura de dirección burocrática del propio PCE, el cual prosigue la senda de la marginación cada vez más acusada del proyecto comunista a nivel internacional por la vía de su disolución en formas políticas y organizativas socialdemócratas. Culmina así un proceso de represión que tuvo sus últimas manifestaciones en el aplastamiento de las tesis comunistas en el XXI Congreso, la prohibición de realizar escuelas sobre temáticas que no fueran estrictamente “juveniles” o la pretendida desautorización de acuerdos de nuestro Comité Central, pero que realmente hunde sus raíces en la larga deriva reformista del PCE.
En efecto, la constatación de esto último no sólo nos había llevado a la formulación de críticas de totalidad en el XXI Congreso o a la convocatoria de un Congreso Extraordinario en el que poder debatir unas tesis sobre estrategia y organización comunista de forma completamente independiente, sino también a dotarnos de herramientas que garantizaran la continuidad de nuestra actividad política en caso de una agresión organizativa con la que el PCE pudiera intentar frenar el avance de las tesis de potencialidad comunista. Desde esta posición, declaramos nuestro rechazo de la intervención y su desacato por parte de toda la militancia de la Juventud Comunista, dejando sin reconocimiento a la Gestora. La dirección del PCE no solamente no posee el control de sus ministros o de las decisiones que ocurren en los espacios que considera “estratégicos”, sino que tampoco lo hace sobre sus propias organizaciones territoriales, militancia y, por supuesto, la Juventud Comunista. Pensar que el distanciamiento respecto de ésta se solventa expulsando a sus dirigentes, como si el resto de la militancia fueran simples peones que siguen a quien se ponga por encima, no es sólo una falta de respeto hacia ella, sino también una muestra de su total desconocimiento de la realidad de nuestra organización.
El proyecto partidario de la Juventud Comunista entendía el PCE como una herramienta para la reconstrucción del Partido Comunista, ejerciendo la primera de Escuela de Cuadros formados en la teoría revolucionaria para la lucha contra el oportunismo que durante tantas décadas lleva reinando en el seno del PCE. Por el contrario, el PCE ya no es que no desarrolle una propuesta consistente de reconstrucción del Partido Comunista, sino que persigue sistemáticamente a quien reivindique esta necesidad política como la primera que debe encarar nuestra clase. Esto no es nuevo, sino simplemente el último movimiento de un proceso de aniquilación de toda crítica a la práctica política desarrollada durante los últimos meses, años y décadas por parte del PCE; no es más que la respuesta de una estructura socialdemócrata en graves apuros ante la cada vez mayor evidencia de los límites de su programa y estrategia. Frente a los últimos estertores de la degeneración oportunista, la burocracia únicamente puede recurrir a la represión para frenar el avance de las tesis que apuntan hacia la necesidad de la organización independiente del proletariado. Nuestras críticas, sin embargo, no son, como insinúan falazmente, una expresión de “idealismo juvenil”, sino el resultado de nuestra experiencia política como parte de una nueva generación proletaria que no está dispuesta a dedicar su vida a una militancia cuya impotencia ha sido ampliamente corroborada por la historia. Idealismo es el de aquellos que únicamente piensan en el comunismo como un ideal que acompañe su servilismo político; nuestra propuesta se basa en convertirlo en realidad política y organizativa, es decir, en un poder organizado conscientemente como clase.
Solamente para quien entienda que la reconstrucción del Partido Comunista —entendido como la realización político-organizativa de la independencia política del proletariado— es un proceso ya culminado en el actual PCE puede resultar coherente la iniciativa de reprimir a la Juventud Comunista. No obstante, para quien observe con preocupación el actual panorama de derrota histórica y marginalidad del comunismo y salude a la militancia que avanza con determinación en la recomposición del programa y organización independiente del proletariado, esta decisión lo único que merece es la más absoluta condena. De hecho, llamamos a la solidaridad y la colaboración de todas las comunistas que hoy todavía engrosan las filas del Partido ante lo que no es más que una medida ejemplarizante de cara a todas aquellas que se pueda llegar a atrever a denunciar la sumisión del PCE al programa de la burguesía.
Así todo, la decisión del Comité Central del PCE no cambia los planes de las jóvenes comunistas: seguimos centradas en las tareas relacionadas con este objetivo, que en nuestro caso se concretan en el desarrollo de un Congreso Extraordinario que ya ha dado inicio como proceso de debate colectivo y que no se detendrá por mucho temor que despierte en algunos. Estos debates son ahora más necesarios que nunca, cuando las nuevas generaciones proletarias estamos en disposición de dar los pasos necesarios para romper con décadas de subordinación política al programa de la burguesía y, desde las cenizas de la barbarie, emerger como esperanza.
¡Viva la Juventud Comunista!
¡Viva el Partido Comunista!
Comité Central de la Juventud Comunista (UJCE) – 4 de junio