La madrugada del 16 al 17 de agosto concluía la primera jornada de feria en Málaga, convirtiéndose en el escenario de un nuevo ataque machista. En este caso, una violación sufrida por una chica que acababa de terminar su jornada trabajando como camarera en el recinto ferial y cometida por 5 chicos, dos de ellos menores de edad. El ataque fue conocido a la mañana siguiente, cuando los agentes de la policía encontraron a la violada llorando.
Desde entonces, las noticias y declaraciones en torno al caso no han hecho más que poner de relieve las contradicciones del sistema patriarcal. Contradicciones que comenzaron con las declaraciones del alcalde la ciudad, Francisco de la Torre, quien ha participado en diversas movilizaciones contra la violencia de género, y que sin embargo banalizó la agresión en la feria de Málaga hablando que “hay más de mil violaciones al año”, invisibilizándola premeditadamente para que nadie pensase que las fiestas malacitanas eran un “espacio inseguro”.
Declaraciones que no hacen más que demostrar la total inmadurez de un sistema político del que el alcalde de Málaga es ejemplo en este caso, un sistema que da un tratamiento de normalidad y cotidianidad a un hecho tan brutal como el de una violacion. Así como demuestran la falta real de compromiso con la lucha feminista, que no sólo debería pasar por enarbolar la bandera de la solidaridad en fechas concretas, sino por la toma de medidas contundentes frente a las agresiones machistas que se producen.
De la misma manera que también es contradictoria la “victimización” de los agresores que está produciendose por parte de los medios de comunicación en las últimas horas tras el archivo de la causa por parte de la jueza instructora del caso. Una victimización que se produce con un sistemático ignoro por parte de estos medios del parte de lesiones presentado por parte del centro sanitario donde atendieron a la violada y en la que se especificaba que había habido, entre otros aspectos, desgarro vaginal.
Un desgarro vaginal que, según defienden los agresores fue producto de practicar “sexo consentido”. Supuesto “consentimiento” que también se tradujo en el robo del bolso de la víctima y que es incoherente. Si tan consentidas eran las relaciones, ¿para qué necesitaban a una persona que vigilase por si alguien se acercaba?
La maquinaria del sistema patriarcal ya se ha puesto en marcha para que el caso de la feria de Málaga se convierta en “un caso más”, de esos que considera el alcalde de Málaga y que los verdugos no reciban ningún tipo de sanción, sino aplausos porque las familias de los agresores «Sabían que eran inocentes». Declaraciones y comportamientos que no deben extrañarnos, puesto que en la lógica del sistema patriarcal lo primero que se hace no es asumir que la violación se ha producido, sino poner en tela de juicio las declaraciones de la víctima.
De igual manera se alega que una de las pruebas fundamentales para archivar el caso ha sido que en el vídeo no se aprecia claramente el no consentimiento de las relaciones sexuales, sin que se haya tenido en cuenta al juzgar dichas imágenes el miedo atroz que siente una mujer agredida ante las posibles consecuencias de oponer resistencia, y más con cinco hombres a su alrededor, el bloqueo mental más que probable que sufrió en ese momento y la culpa y la vergüenza que sienten las víctimas de violación gracias a ese sentido común que hoy vemos reflejado tanto en los consejos del ministerio como en el trato de este caso en los medios de comunicación.
Se sigue poniendo el foco en las víctimas y no en los culpables, se nos sigue obligando a nosotras a tener cuidado con lo que hacemos y no se les enseña a ellos a no violar, se duda de nuestra palabra aún cuando van 36 asesinadas en lo que va de año y las mujeres violadas y maltratadas crecen cada día ante la mirada impune de un gobierno que nos quiere recluidas en casa sin poder decidir ni tan siquiera sobre nuestros propios cuerpos.