Un año más, el 8 de septiembre se celebra el «Día de Extremadura», fecha que no fue elegida por casualidad, si no coincidiendo con las fiestas de la Virgen de Guadalupe, imponiendo así el predominio y poder de la iglesia en toda festividad.
Es hora de romper con el pasado, no queremos que el día de nuestra tierra siga condicionado por los mismos de siempre. Por eso desde la Juventud Comunista de Extremadura seguimos creyendo que el día más representativo de nuestra región es el 25 de marzo, aniversario de las ocupaciones populares de tierra de la Primavera Revolucionaria de 1936, que históricamente fundan nuestra identidad como pueblo luchador y trabajador.
En la década de los años 20 y 30 sucede algo extraordinario, y es que el discurso del extremeño sosegado, con paciencia, manso, que había impartido la Iglesia, cambia radicalmente. Comenzaron a aparecer los partidos de clase, los marxistas y los anarquistas, y en 15 años se produce una transformación tan increíble que durante la República, de la mano de la Federación de los Trabajadores del Campo, el pueblo extremeño va a protagonizar una epopeya; el pueblo unido va a dar identidad por primera vez a Extremadura. Toda la prensa de aquella época y los tratadistas de las revoluciones del campo dieron cuenta de que en mayo de 1936 unas 80.000 familias de yunteros deciden ocupar las tierras que la República les había prometido y no les había dado, más de tres mil fincas. Lo hacen tan decididamente que, cuando llegan las noticias a Azaña, quiere movilizar al Ejército para desalojarlos, pero los mandos de la Guardia Civil le advierten que los yunteros están tan decididos que de allí no se les saca más que muertos, y no le queda más remedio que legitimar la acción. Hasta ese momento nunca el pueblo actuó solidariamente y unido. Ahí encontraron un germen de identidad que provenía de la unión y solidaridad. Todo vino de las enseñanzas que aceleradamente habían recibido en las Casas del Pueblo, que cambiaron el discurso de mansedumbre que había extendido la Iglesia.
Por todo esto creemos que el Día de Extremadura no debe ser sólo un día de festividad, debe hacernos recordar y mantener el espíritu combativo y reivindicativo que mantuvimos en el 36, en el que las familias jornaleras y obreras supieron exigir lo que era suyo y crear unidad en la clase trabajadora. Hoy, más que nunca, debemos exigir una Extremadura con un reparto de riquezas equitativo y libre de la lacra del paro, que nos somete a la pauperización y a la precariedad. Una Extremadura en la que la juventud tengamos oportunidades y fututo, y no tengamos que salir de ella para sobrevivir. Por una Extremadura limpia y ecológica, sin refinería ni industrias contaminantes. Por una Extremadura que recupere y construya su propia cultura. Por una Extremadura que no quiere estar bajo el yugo de los mercados, bancos, especuladores y capitalistas con la complicidad del gobierno.
Construyamos una Extremadura nueva, una Extremadura mejor, libre de explotación y miseria. Una Extremadura que desea la justicia social y económica que sólo el SOCIALISMO puede otorgarle.
¡Por una Extremadura Socialista!
«Extremadura,
campo de toros heridos
que no braman.
¿ Ocultarán el gemido
de su garganta?
Extremadura,
hombres que rezan a Dios
para que llueva.
pero ¿quién les asegura
la cosecha?
Extremadura,
soledad llena de encinas
sobre campos con veredas,
¿por qué se fueron los hombres
de sus tierras?
Extremadura,
tierra de conquistadores
que apenas te dieron nada.
Ay, mi Extremadura
amarga
Ay, mi Extremadura
levántate y anda.»
Extremadura. Pablo Guerrero.