Lo ocurrido estas últimas semanas con los incendios en Las Hurdes y Sierra de Gata son una muestra de lo que será una constante en Extremadura durante este verano y a lo largo del futuro como consecuencia directa de las políticas extractivistas, así como por la priorización de salvaguardar la ganancia capitalista sobre el cuidado del medio ambiente (a pesar del “discurso verde” que se fomenta desde la Junta).
¿De qué hablamos con contradicción capital – medio?
Para hablar de esto, es imposible entender las dinámicas de crisis crónica del capitalismo y la crisis ecológica como separadas entre sí, de manera en que esta degradación medioambiental no puede entenderse sin comprender cómo afectan las lógicas gananciales del capitalismo y la acumulación del capital sobre los ecosistemas.
Y es que frente a un proceso de acumulación de capital que tiende a infinito, el capitalismo se encuentra con unos límites ecológicos que son finitos, con lo que fuerza, de cara a sortear la contradicción, una explotación cada vez mayor que tiene diversas consecuencias como son, por ejemplo, la desertificación, la progresiva desaparición de ecosistemas y de la biodiversidad planetaria o el aumento exponencial de la temperatura.
Los análisis no pueden darse a través de una interesada separación entre naturaleza y sociedad, como si los sucesos que ocurren en una no afectaran necesariamente a la otra y viceversa. Los grandes éxodos y migraciones climáticas por el cambio climático, la escasez de recursos por la sobreexplotación de los recursos necesarios para la vida de cara a generar un stock para la exportación de los mismos o el aumento de las enfermedades por la contaminación del aire, así como el estrechamiento de las barreras naturales entre nuestra especie y los virus son claros ejemplos de esta relación entre mundo social y natural.
¿Cómo afecta la contradicción capital – medio a Extremadura?
Es importante empezar por el rol periférico que asume Extremadura dentro del Estado español, en el cual se da un suministro necesario de recursos, tanto a nivel minero (centrado en el litio especialmente), agroalimentario o energético (produciendo Extremadura un 487% más de la energía que consume). Este papel, en un proceso de crisis de ganancia se agudiza aumentando el expolio de nuestros parajes naturales de cara a mantener el beneficio empresarial.
Uno de los procesos clave que se dan en la región es el aumento de la explotación hídrica que tiene como consecuencia el proceso de desertificación de los terrenos circundantes, consecuencias que podemos empezar a ver con el aumento de la cantidad y tamaño de los incendios en la región, con el ejemplo claro del norte de Cáceres, donde Iberdrola vacía constantemente los embalses (últimamente los de Gabriel y Galán, Valdecañas y Alcántara) y ya se empiezan a producir los primeros fuegos. A esto se suma la inaccesibilidad del agua en muchos pueblos, donde por la sequía se imponen límites en los pueblos de la zona a su uso.
Otro hecho a destacar es el aumento del extractivismo minero en la región, dándose licencias a diversas empresas para la extracción de litio, entre ellas el proyecto minero en la ciudad de Cáceres, desoyendo o diluyendo las reivindicaciones de las vecinas de la ciudad que protestan contra la misma. En un momento donde este mineral es muy necesario para la producción de baterías, Extremadura se suma a ese carro tanto con la concesión de estas licencias de extracción como por la cesión para la construcción de gigafactorías de baterías “supuestamente verdes”. Un proyecto de este tipo no hará sino aumentar la extracción de un recurso ya de por sí limitado como es el litio, acrecentando las ya graves consecuencias climáticas de la minería como son la contaminación del aire o el daño al suelo.
Al mismo tiempo que se da esto, en Extremadura se da un proceso de terciarización y de fomento del turismo que tiene como consecuencia la construcción de grandes complejos como pueden ser Elysium City y Valdecañas, así como la dotación de licencias para hoteles rurales. Este proceso de turistificación verde, destinado a grandes fortunas, conlleva no solo la destrucción del medioambiente sino la privatización del mismo de manera necesaria, donde ya hasta zonas protegidas pasarán a estar cercadas en un futuro para el uso y disfrute del turista.
En cuanto a la industria agroalimentaria, es totalmente dependiente de las subvenciones recibidas por la parte de la UE, lo cual tiene como consecuencia el aumento de la ganadería y agricultura intensiva. Toda esta producción obedece a las necesidades de exportación de materias primas por parte de Europa. Esto, que también se da en el sector energético, hace que Extremadura entre en el tablero imperialista como suministradora en un momento de escasez energética y alimentaria, siendo la burguesía regional beneficiaria de esto.
Por último, hay que analizar el régimen de propiedad de la tierra que se da en la región, donde gran parte de los terrenos se constituyen en latifundios. Estos latifundios o son completamente absentistas o bien están destinados a usos recreativos (cotos de caza, por poner un ejemplo). Al final, hay que tener en cuenta que la patrimonialización de la dehesa también supone una defensa indirecta de este sistema latifundista (están completamente relacionados).
¿Cuál es el papel de la socialdemocracia en la región?
Ante estas cuestiones, la socialdemocracia regional trabaja una doble estrategia comunicativa, fomentando al mismo tiempo el discurso sobre la transición ecológica y a su vez, va firmando por debajo macroproyectos extractivistas que se justifican en base al avance de la región dentro de la división del trabajo en el Estado.
A la hora de vender estos macroproyectos a la población, la estrategia discursiva se centra en la creación de puestos de empleo y el freno de la despoblación. Sin embargo, la realidad es que estos puestos de trabajo serán precarios e incluso con condiciones laborales peligrosas en el caso de las actividades ligadas a la minería, por ejemplo. Todo ello acentuará la división del trabajo.
El “capitalismo verde” renovable y sostenible que se fomenta conlleva en sí mismo una contradicción insalvable, ya que toda estrategia de salvaguardar el medioambiente está mediada por los intereses de rentabilidad del sistema del que quieren formar parte. Con lo cual, al final, acaban primando estos últimos y las medidas son diluidas. Esto se puede ver claramente cuando se habla de la energía hidráulica como sostenible cuando tiene como consecuencia, entre otras, la desertificación. Al final, el discurso de la transición ecológica sirve como capa de barniz a lo que ya se estaba dando y acaba por legitimar todo el proceso, ya que, ahora sí, “es verde”.
Nuestras tareas como comunistas
Frente a esto, es completamente necesaria nuestra organización independiente como clase que, frente a los distintos cantos de sirena que surgen por parte de los proyectos insertos en el marco capitalista, genere espacios de contrapoder contra las dinámicas y lógicas capitalistas que están acabando con el planeta. Porque es fundamental que, frente a la barbarie capitalista, la clase trabajadora construyamos una sociedad donde no pueda haber contradicción con las necesidades ecológicas. Sin una organización independiente de clase no podremos plantar cara a esta situación.
¡Contra su crisis no valen las reformas!
¡Organización de clase contra el Estado Burgués!