La Delegación Internacional de la III Brigada Internacional Juvenil por la paz de Colombia quiere, a través de esta declaración, exponer las conclusiones y exigencias emanadas de la experiencia recogida en estos días de convivencia y socialización con diferentes agentes sociales del municipio de El Tarra, la región del Catatumbo y el conjunto de Colombia.
Queremos, en primer lugar, agradecer al conjunto de organizaciones que han hecho posible la realización de esta brigada, que evaluamos como exitosa, y al pueblo de El Tarra por ofrecernos la posibilidad de acercarnos a la realidad del pueblo colombiano y recibirnos con toda su hospitalidad y cariño.
También queremos aprovechar la oportunidad para saludar a todos y todas las delegadas que se han acercado hasta aquí, movilizándose desde toda la geografía del país, por haber compartido con nosotros sus lecturas y perspectivas del momento que atraviesa Colombia. Sepan que su compromiso con la paz y las reivindicaciones sociales son una fuente de inspiración para la juventud del mundo.
Durante estos tres días en El Tarra, las personas integrantes de la Delegación Internacional hemos presenciado los niveles de articulación comunitaria y de establecimiento de lazos entre los y las pobladoras de la región, cuestiones que entendemos fundamentales y que constituyen un halo de esperanza para la necesaria construcción de la paz duradera.
Sin embargo, también hemos presenciado la situación de extrema dificultad que atraviesa la región del Catatumbo -que, a pesar de sus particularidades, entendemos como significativa del conjunto del país- y, por lo tanto, a través de este informe constatamos:
- El total abandono por parte del Estado colombiano de las comunidades que habitan esta tierra. Esta situación, si bien se hace especialmente notable en campos como la infraestructura, la educación y la salud, es extensible al conjunto de facetas de la vida cotidiana.
- La criminalización generalizada de todo tipo de lucha en el conjunto del país, manifestada en diferentes formas de hostigamiento y persecución política. Aún así, queremos, también, poner la atención sobre los niveles de organización y lucha que muestra el pueblo colombiano que, pese a las adversidades, demuestra ser un pueblo valiente y comprometido con su futuro.
- La voluntad firme del conjunto de la comunidad de El Tarra, de la región del Catatumbo y de los y las pobladoras de todo el país de conquistar una paz duradera que venga de la mano del fin de las desigualdades sociales. Prueba de ello son las experiencias de construcción unitarias en la región, como podemos ver en la Comisión por la vida y la reconciliación, donde diferentes organizaciones políticas han sumado sus esfuerzos para avanzar en los objetivos comunes.
- Que no puede haber paz sin resolver las desigualdades sociales y sin una política integradora para el conjunto del pueblo, ya que el hambre y la pobreza son también causa de dolor y sufrimiento en las comunidades.
- Que, fruto del abandono por parte del Estado colombiano, los y las habitantes de El Tarra -en común con muchos otros puntos del país- se ven abocados a los cultivos de uso ilícito como única posibilidad para su manutención y supervivencia. Entendemos que los Tratados de Libre Comercio firmados por Colombia suponen una condena para la producción de otros de cultivos, ya que atacan directamente los precios de los productos locales. Además, el estado de las vías y carreteras imposibilita la comercialización de alternativas a los cultivos de uso ilícito.
- Que la fumigación de los cultivos de uso ilícito no supone una herramienta real para acabar con los mismos, sino que deja ver la intención por parte del Estado de monopolizar los mismos. A su vez, también hemos conocido numerosas situaciones en las que el uso del glifosato no solo ha sido utilizado contra todo tipo de sembradíos, sino que ha generado graves perjuicios para la salud de las poblaciones.
- Que existe un plan sistemático de persecución y asesinato de líderes sociales que tiene por objetivo apagar la movilización social y abrir paso a proyectos antagónicos a los intereses de las comunidades.
- La relación, a través de la connivencia y la participación directa, del gobierno con las diferentes situaciones de hostigamiento y persecución política, incluyendo el paramilitarismo.
- Que la violencia contra las mujeres es utilizada como un arma de guerra, exponiéndolas a una amenaza continua que se suma al resto de ataques propios de la guerra.
- Que los proyectos minero-energéticos suponen una gran amenaza para las comunidades y constituyen, en estos momentos, la punta de lanza del proyecto neoliberal para la región. Entendemos que los mismos no son sino una de las mayores ejemplificaciones de la contradicción entre los intereses de las grandes multinacionales y el desarrollo de una economía sostenible que destruya el medio ambiente e hipoteque nuestro futuro.
Por todas estas cuestiones, entendemos que la situación dibuja un punto crítico donde, recogiendo las intervenciones realizadas por diferentes colectivos y personas a lo largo de esta brigada, existe una amenaza real de retroceso y vuelta a estadíos extremadamente graves en cuanto a preservación de la vida y los derechos humanos.
Así, desde la Delegación Internacional de la III Brigada Internacional Juvenil por la Paz de Colombia, exigimos al Gobierno colombiano, con el Presidente Iván Duque como máximo representante, así como a la Organización de las Naciones Unidas; compromiso con la implementación de los acuerdos de paz de la Habana. Entendemos que los mismos son la mayor garantía para el avance en la construcción de la paz con justicia social. Así, ante la situación de emergencia presenciada durante esta brigada, queremos hacer especial hincapié en las siguientes demandas:
- Debe protegerse la vida de los líderes y lideresas sociales, cesando el genocidio contra los mismos. Entendemos que esto no pasa por limitarse a desarrollar esquemas de seguridad, sino que es necesario que el Estado afronte con firmeza el desmonte del paramilitarismo. Desde aquí queremos, también, abrazar la convocatoria de movilizaciones para el 26 de julio, comprometiéndonos a extender sus demandas en nuestros países.
- Las poblaciones deben tener acceso a construir una vida digna, cuestión que se sustenta en diferentes pilares pero que tiene su raíz principal en la defensa de los intereses de las comunidades frente a los planes de las multinacionales. Para ello, también es necesaria la firmeza en la intervención social y que los recursos económicos sean destinados para los fines con los que fueron concebidos, alejándose de intereses corruptos. Es tiempo de apostar por mejoras en materia de infraestructuras, educación, salud y vivienda.
- Cese de la persecución a los cultivos de uso ilícito y, por consiguiente, a los y las campesinas que se ven obligadas a participar de los mismos como única posibilidad para salir adelante. El gobierno colombiano debe asumir sus compromisos con los centenares de productores que han mostrado su voluntad de abandonar los cultivos de uso ilícito y destinar recursos para la concreción de estas sustituciones.
- Compromiso para la preservación del medio ambiente y la construcción de un modelo productivo sostenible. Entendemos que esto se enmarca en un contexto global donde los gobiernos de todo el mundo deben cumplir con el futuro del planeta y defender los intereses de los pueblos frente al aumento de beneficios por parte de las grandes multinacionales. Seremos la generación que combata el modelo económico que prioriza la reproducción del capital a costa de nuestro futuro.
- Es imprescindible que el gobierno de Colombia se siente a hablar con los diferentes grupos armados con la voluntad de que, a través del diálogo, pueda avanzarse en el horizonte de un país en paz. Además, Iván Duque debe establecer como una de sus máximas prioridades el desmonte del paramilitarismo, ya que este supone una de las mayores amenazas para la paz.
Desde la Delegación Internacional queremos cerrar esta resolución enviando a nuestros hermanos y hermanas colombianos un mensaje de solidaridad y esperanza. La experiencia con ustedes durante estos días deja patente que la juventud colombiana es la mayor garantía para la consecución de ese futuro con el que soñamos. Sepan que salimos de esta Brigada con la firme determinación de hacer llegar a nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo la determinación con la que ustedes pelean por su futuro. Por eso, hacemos un llamado a organizaciones, movimientos sociales y experiencias de empoderamiento juvenil a sumarse a la lucha por la paz de Colombia que no es, sino, la lucha por la paz en el mundo.
Porque nuestra es respuesta es la vida, le declaramos la Paz a la Guerra.
El Tarra – Catatumbo 21 de Julio 2019