Este viernes es un día de movilizaciones a nivel mundial para defender el planeta de la barbarie capitalista. Pocos actores políticos focalizarán esta jornada en la raíz del problema, un sistema económico que pone el capital por encima de la vida, en todas sus formas. Que pone el capital por encima de la igualdad y los cuidados, como no hace ni una semana clamó la ola violeta del movimiento feminista que inundó las calles de nuestro país. Un sistema que pone el capital por encima de la dignidad humana, expulsando de sus hogares a familias trabajadoras y condenando a las afortunadas que tienen techo a una vida de precariedad, inseguridad e insatisfacción vital. Un sistema que fuera de nuestras fronteras mata a cientos de miles en guerras de rapiña por recursos que solo sirven para sostener el espejismo materialista de los centros de poder. Un sistema que está aniquilando los ecosistemas acuáticos y terrestres y que pone en jaque la base material en la que todas las sociedades humanas se han desarrollado.
En definitiva, el capitalismo está en guerra con nosotras porque está en guerra con la vida. El capitalismo entra en contradicción con el Medio Ambiente porque es simplemente imposible crecer indefinidamente en un planeta de recursos finito. Porque la contaminación de los océanos con los microplásticos, la extinción masiva de especies, la deforestación de las grandes selvas o el aumento de las temperaturas por el cambio climático no son hechos aislados. Son consecuencia de anteponer la riqueza e intereses de una minoría sobre el planeta y el resto de personas. Y no nos cansaremos de repetir una y otra vez que la solución no está en pequeños gestos individuales o de maquillaje. La solución radica en construir una nueva sociedad donde los cuidados hacia los demás y la Naturaleza estén en el centro. Una nueva sociedad donde esté garantizada una vida digna para todas, con techo, con educación, sanidad y demás servicios públicos de calidad y garantizados, con ocio sano, con derechos laborales, sin precariedad y en régimen de igualdad real.
Las jóvenes comunistas lo tenemos claro todos los días del año. ¡Cambiemos el sistema, no el clima!