CONSTRUYAMOS UNA EXTREMADURA PARA LA MAYORÍA
De nuevo, otro año más, llegamos al día oficial de Extremadura, un día que, por otro lado, no reconocemos como el verdadero Día de Extremadura al tratarse de un día impuesto por las élites de nuestra región, por una minoría poderosa que no representa el sentir de los sectores populares extremeños. Como hemos dicho en otras ocasiones junto a multitud de colectivos y movimientos sociales de Extremadura, apoyamos el 25 de marzo como el verdadero Día de Extremadura porque es uno de los días más importantes de la historia del pueblo extremeño, un hito que supuso que ese día de 1936 ,80.000 trabajadores del campo extremeño sin tierras ocuparon 250.000 hectáreas para trabajarlas ante la desigual distribución de la tierra en nuestra región, que generaba hambrunas y paro entre la población. Continuamos arrastrando los problemas endémicos que afectan al pueblo extremeño. Extremadura se configura desde la modernidad como una neocolonia intrametropolitana debido a la inexistencia de un mercado regional, al injusto intercambio de los productos de sector primario propio de Extremadura con el resto del Estado, la exportación de mano de obra barata a las grandes metrópolis y la progresiva centralización del poder económico ilustrado gráficamente mediante la elaboración de las redes ferroviarias.
Es necesario repasar la historia de nuestra región para saber de donde venimos, en qué situación nos encontramos y hacia dónde vamos. Si, durante la II República, Extremadura fue un ejemplo de lucha campesina en el Estado español contra las desigualdades provocadas por la injusta distribución de la tierra, que permanecía en manos de una minoría terrateniente; tras la devastación que supuso el golpe militar del ´36 en nuestra tierra, durante la postguerra se produjo una emigración masiva de extremeñas y extremeños. Nuestra región fue castigada por la dictadura franquista y los poderes fácticos de la época debido al aire de lucha que se respiraba en el ámbito agrario, donde llegó a cuestionarse la propiedad privada de la tierra sin paliativos. Fueron tres factores los que explican el expolio y el castigo ejemplar que sufrió nuestra región por parte de la dictadura: la represión, el exilio y el paro. Entre 1950 y 1977 salieron de Extremadura 645.000 habitantes, es decir, el 45 % de su población. La mayor parte tenía entre 20 y 40 años. Esta emigración venía provocada por la nefasta situación extremeña cuya máxima era la falta de trabajo, lo cual era provocado por la incipiente necesidad de mano de obra para fortalecer las fábricas e industrias de las burguesías del norte del Estado.
La situación, tanto política como económica, de Extremadura sigue caracterizándose por la nefasta labor de sus gobernantes y la precariedad generalizada azotada, de manera destacada, con respecto al resto del Estado por la crisis económica, Extremadura dibuja un panorama desolador. La crisis económica ha acentuado aún más las deplorables condiciones de la clase trabajadora de Extremadura y evidencia como nunca las dificultades de la región para salir adelante y para aprovechar sus características más innatas como son la agroindustria. La llamada “crisis del ladrillo” ha abierto una brecha profunda en la región, ya que el sector de la construcción tenía una fuerte incidencia sobre el empleo en Extremadura.
El drama de los desahucios no pasa desapercibido en Extremadura. A pesar de que la Asamblea de Extremadura impulsó un decreto para paralizar los desahucios en viviendas sociales, éstos han continuado produciéndose. A ésto hay que sumar la cantidad de estafas hipotecarias y desahucios bancarios que se producen en nuestra región (que aumentaron el pasado año un 3,7%), como es el caso de las cláusulas suelo. De la misma manera, debemos hacer mención a las casas vacías en manos del “banco malo”, la SAREB.
Con todos estos hechos históricos vemos cómo el pueblo extremeño ha sido expoliado por los grandes capitalistas y terratenientes, por la oligarquía caciquil y por el bipartidismo que sostiene el Régimen del 78. Nos han negado nuestra historia y nuestra cultura, forjando así un complejo de inferioridad crónico y un olvido histórico y cultural. Nuestras escuelas no enseñan nuestra historia, no se habla de los años combativos del movimiento obrero extremeño, los motines populares de Badajoz de mediados del siglo XIX, las ocupaciones de fincas en 1936, la huelga de la construcción de 1978, la de los yeseros de 1988, etc. El extremeño medio no quiere recordar los años de hambre y el peso del nacional-catolicismo rancio aún perdura en la mentalidad de nuestra tierra. Durante años se nos ha negado el pan y el trabajo, desde los sistemas feudales basados en la servidumbre hasta el actual sistema capitalista que nos ha negado, no sólo el trabajo, sino el progreso de nuestra tierra y el poder disfrutar de ella, ya que nos han condenado a la emigración, al éxodo máximo. Un gran número de extremeños han tenido que emigrar al no encontrar salida laboral en nuestra región.
Todos estos graves problemas históricos que arrastra nuestra región tienen una raíz común del problema que los provoca: la negación de nuestros recursos por parte una minoría poderosa que los posee, expoliando los recursos que genera la clase trabajadora extremeña. Observamos cómo Extremadura es, a día de hoy, una de las principales zonas de regadío de España, es la primera productora de arroz de España, es la primera región productora de tabaco, corcho, tomate, higos, soja, frambuesa; la primera productora y exportadora de carbón vegetal que se consume en toda la Comunidad Europea; tiene el 65% de la superficie de cerezo en España; ocupa el segundo lugar en superficie de cultivo y en producción de olivo y derivados; es la segunda productora de maíz y la cuarta productora de avena, la sexta de trigo y la séptima de cebada. En lo referente a ganadería, es la primera criadora de porcino extensivo y la primera productora de carne de cerdo ibérico; la primera criadora de ovino y la tercera de bovino y de caprino. Además, producimos seis veces más energía de la que consumimos y tenemos unas condiciones excepcionales para la implantación de energías renovables y alternativas.
Por todo ello, creemos que la historia se sigue repitiendo un año más en nuestra región, perpetuándose el poder económico con la complicidad y la colaboración del bipartidismo que ha gobernado Extremadura desde la “Transacción”. Una minoría privilegiada que posee la mayoría de nuestros recursos, mientras la mayoría, el pueblo extremeño, continuamos expoliados y expoliadas, sometidos al paro, la precariedad laboral y el exilio económico. Recursos hay sobradamente para el progreso de nuestra región y de nuestro pueblo, pero están en manos de una minoría rica.
CONSTRUYAMOS UNA EXTREMADURA PARA LA MAYORÍA