Extremadura es una de las comunidades más afectadas por el fenómeno de la España vaciada, con una densidad de población muy baja, un envejecimiento muy acusado, un fenómeno de emigración juvenil incesante y las provincias más extensas del Estado, lo que favorece la dispersión de la misma. Desde el año 2011 y a consecuencia del estallido de la crisis, entre otros factores, cada año pierde población sin cesar, situándose en la actualidad en cifras equivalentes a las de 1998. Además, Extremadura es una de las despensas y puntos de extracción de materias primas básicas para el abastecimiento del continente, especialmente en el sector primario. Pero el modelo económico, de territorio y la posición que ocupa Extremadura respecto al resto del país y la Unión Europea empuja a nuestra población a la precariedad (temporalidad y salarios más bajos de toda España), y por tanto a emigrar ante la falta de perspectiva de futuro.
Por una parte, necesitamos un entorno educativo óptimo en áreas rurales, sin necesidad de desplazarnos, que no provoque despoblación y abandono escolar. Hace falta un aumento de becas y espacios de estudio, escuelas de régimen especial, acabar con la brecha digital y una educación pública, de calidad y accesible para todas. Además, es imprescindible desarrollar el currículum educativo de manera que permita fijar población en el territorio.
Por otra parte, necesitamos un proyecto de territorio integral, que de manera democrática nos permita decidir qué papel (en el mundo del trabajo, economía, energía, cultura…) queremos que ocupe Extremadura dentro del tablero global. El actual modelo de exportación de materias primas y excedentes de mano de obra es agotador mientras que nuestra identidad se diluye constantemente.
Por todo ello urge una red de comunicaciones y transportes eficientes. Es fundamental que se nos proporcione el acceso a los servicios mínimos, a los recursos y a la justicia, a nuevas tecnologías, internet, centros de día, comedores sociales y guarderías.
Pero a quienes tienen la competencia para ello, los agentes del Régimen del 78, tanto la Unión Europea como el Gobierno de España, el Gobierno de la Autonomía y los actores empresariales y financieros dominantes, solo les interesa maximizar sus propios beneficios con unos costes muy bajos dentro del modelo europeo, a costa de la población.
Mientras el mercado sea el eje central que ordene la vida, todo lo demás girará alrededor de ello. Por eso no podemos esperar trenes de alta velocidad ni líneas frecuentes de autobuses antes de que el modelo en otros territorios más centrales esté actualizado. Mientras Extremadura se considere región de recreo y disfrute para empresarios y jeques, no será posible aprovecharlo para el beneficio colectivo de la población. Mientras los mercados sean imperantes, todas estas propuestas de mínimos serán imposibles.
Nuestra propuesta es avanzar hacia una III República antiimperialista, antimonopolista y democrática como vía al Socialismo, que permita que Extremadura tenga un modelo productivo propio e independiente, es decir, que no sea constantemente subsidiaria del capital extranjero. Para que tengamos voz propia y capacidad real de decidir sobre el rumbo de nuestra tierra, para que toda la riqueza del territorio esté al servicio e interés colectivo. Y para ello, llamamos a los jóvenes de clase obrera y a las capas populares a tomar las riendas de la situación. A luchar por nuestro derecho a decidir de forma soberana nuestra vía de desarrollo, incluyendo el de la salida de la Unión Europea. A concienciarnos de que la organización colectiva es el único camino, para poder construir un modelo de región que nos garantice una vida digna, la que el sistema capitalista nos niega.
Mientras otros especulan, la juventud se ve obligada a emigrar.
Mientras arden los trenes, se vacían nuestras estaciones.
Mientras no llegan los buses, nos cierran las líneas.
Vacían nuestros pueblos, nos roban el presente.
Nuestras carreteras nos llevan a la emigración.
¡Construyamos poder popular, conquistemos el futuro!