25N: Queremos hechos, nos queremos libres ¡Nos queremos vivas!
Las comunistas seguimos gritando que las violencias machistas condicionan la vida de las mujeres, que estamos doblemente explotadas, que nos siguen asesinando y las calles no arden. Vivimos en un sistema capitalista-patriarcal en el que los hombres nos asesinan, violan, maltratan, menosprecian, acosan, marginan y explotan a las mujeres por el simple hecho de serlo. El feminicidio es la punta de la pirámide de las violencias machistas, la cual no existiría sin una base llena de micromachismos, humor sexista, desigualdad y acoso sexual en el trabajo, entre otras muchas violencias patriarcales.
¿QUÉ DENUNCIAMOS?
En España se comete una violación cada ocho horas, y más del 70% de los agresores son conocidos de la víctima, generalmente personas cercanas, como familiares o parejas, y por tanto la mayoría de las violaciones son en casa de la víctima o de conocidos, en espacios que podrían considerarse seguros. La violación suele producirse sin que haya uso de armas o violencia física. En el 80% de las violaciones no aparecen lesiones graves, y está demostrado que no hay diferencias significativas respecto a la presencia de lesiones genitales en las relaciones consentidas y en las violaciones, resultado que explica cómo en la mayoría de los casos no es la fuerza física el elemento que caracteriza las violaciones, sino más bien la amenaza, la coacción, el miedo o el uso de drogas. De hecho, la presencia de sustancias tóxicas en las violaciones ocurridas entre 2010 y 2012 representan el 37%.
A la víctima se le culpabiliza en demasiadas ocasiones diciendo que lo iba buscando, que iba borracha, que vestía indecente, que no se resistió, que ya sabía lo que le podía pasar, que es culpa suya haber sido violada. Los agresores se burlan muchas veces compartiendo fotos de los hechos, humillando a la víctima, y perpetuando aún más de que en nuestra sociedad es más vergonzoso ser violada que violar. El mito del hombre que nos va a atacar en un callejón oscuro no sólo limita nuestra libertad a la hora de movernos por el mundo, si no que también hace que estemos relajadas con los hombres de nuestro supuesto entorno seguro. A todo esto debemos sumarle el acoso callejero, ese que nos hace decirle a nuestra amiga que escriba al llegar porque cabe la posibilidad de no volver a verla, ese que nos hace ir con los cascos puestos y la mirada baja andando por la calle, ese que nos hace aguantar miradas lascivas, piropos y comentarios grotescos de hombres que se creen con el derecho de opinar sobre nuestro aspecto.
En lo que llevamos de año se han cometido 92 feminicidios y asesinatos de mujeres en España ante la pasividad de las instituciones, los medios de comunicación y los movimientos sociales y políticos. Los medios de comunicación y la propia sociedad invisibilizan, las violencias machistas, las tergiversan y muchas veces se nos culpabiliza de ellas. Reivindicamos la necesaria y olvidada transversalización de la perspectiva de género en los movimientos y reivindicaciones sociales, y sobre todo una izquierda aliada que incluya entre sus líneas rojas, la línea morada de la lucha contra las violencias machistas Denunciamos que el silencio hace cómplices a quienes, conociendo la barbarie de las múltiples violencias patriarcales y teniendo posibilidad de acabar con ellas o denunciarlas, priorizan siempre otras cuestiones a la vida y la libertad de las mujeres.
¿QUÉ PROPONEMOS?
La única manera de ser libres es construir desde los feminismos una sociedad que se fomente la diversidad de cuerpos, identidades de géneros y orientaciones sexuales. Abogamos por la libertad a la hora de ser, de estar en el mundo, y de relacionarse con las demás. La heteronormatividad existe, y coarta nuestra libertad sexual, naturalizando la heterosexualidad como norma e imponiéndonos roles de género para que dicha orientación sexual sea la única considerada normal. Creemos que la dignidad no será posible mientras sigamos bajo los polos de adoctrinamiento masivo que son la feminidad y la masculinidad y el yugo del binarismo de género. Éstas etiquetas, reduccionistas y cargadas de prejuicios, son las que nos permiten jerarquizar las relaciones interpersonales y considerar que unas son superiores y otras inferiores. Debemos visibilizar a la transfobia, odio y maltrato hacia las personas trans (en especial las mujeres), por ser una de las violencias machistas más ocultas, que cada año mata con total impunidad. El 45 por ciento de los menores trans «han intentado suicidarse» al menos una vez en su vida, y en los últimos 8 años 112 personas trans han sido asesinadas en Europa.
Además, durante este año, se han llevado a cabo cinco asesinatos machistas, a las cinco las asesinaron por ser mujeres y prostitutas. Estos crímenes han sido invisibilizados por los medios, y cuando no ha sido así, no hablan de feminicidios, si no asesinatos de prostitutas, donde podemos leer entre líneas la culpabilización a la víctima por prostituirse.
Ante esta barbarie, debemos responder unidas y combativas, crear lazos de hermandad y sororidad que fomenten el empoderamiento colectivo de las mujeres, con la alegría feminista y revolucionaria como bandera. Necesitamos un movimiento feminista amplio, diverso pero con espacios que cree unidad para responder juntas ante los ataques del patriarcado. Y no solo para este 25 de noviembre o el 8 de marzo, la lucha feminista es continua y diaria. Nos vemos obligadas a seguir gritando que el machismo nos mata, que nos queremos vivas, libres, diversas y en lucha y declaramos la autodefensa feminista como una arma legítima. Debemos llevar a la práctica el feminismo en las casas, las aulas, los curros, las calles, las plazas, las camas, los barrios y los pueblos, un feminismo combativo que esté donde estallen las contradicciones patriarcales, que apoye y empodere a las oprimidas y que denuncie a los machistas y a sus cómplices.