Apoyamos la resistencia del movimiento popular brasileño contra la ultraderecha, contra el capital y los medios que la sostienen
Las elecciones del 28 de octubre en Brasil han deparado la victoria del ultraderechista Bolsonaro, con el 55,16% de los votos, frente al 44,84% de Haddad. La unidad frente a la candidatura de Bolsonaro no fue suficiente para arrebatarle la victoria en la segunda vuelta de las presidenciales. Desde hace ya tres años, con el inicio del proceso de impeachment a la presidenta electa Dilma Rousseff, se inició una guerra jurídica o lawfare que ha allanado el camino a la candidatura de ultraderecha.
El gran capital brasileño y mundial han salido a defender la candidatura de Bolsonaro durante las últimas semanas, y la bolsa brasileña ya refleja el optimismo de la burguesía por la llegada de un candidato que cuenta con un “Chicago boy” para el Ministerio de Economía. La clase obrera se enfrenta a una presidencia en la que todas las conquistas obtenidas están en peligro. El presidente electo también se ha destacado por sus amenazas a colectivos como las mujeres, la comunidad negra, los LGTBI, los pueblos indígenas, activistas sociales… presagiando una persecución que, ahora desde las instituciones estatales, puede retrotraer la realidad social a la época de la dictadura. Tampoco se han hecho esperar las palabras agresivas para el conjunto de la izquierda. A una semana de la segunda vuelta afirmó su voluntad de “barrer del mapa a los bandidos rojos de Brasil […]. O van para fuera o van para la cárcel”.
Desde algunos sectores se afirma que la democracia brasileña será capaz de limitar la acción de Bolsonaro, debido a la ausencia de una mayoría parlamentaria y el posible control judicial. Sin embargo, esto implica olvidar que fue esa misma institucionalidad en la que ahora se confía la que facilitó el ascenso del candidato de la extrema derecha. El contexto internacional, además refleja el preocupante avance de la extrema derecha y el populismo de derechas, que crece sobre las ruinas del imperialismo a través de políticas identitarias, discriminatorias y contrarias a los intereses de la clase trabajadora.
Por esto mismo, la esperanza debe ponerse en una oposición obrera y democrática que ya se fue dibujando en la primera vuelta. La lucha contra la ultraderecha consiguió aunar los esfuerzos de las diferentes representaciones de la izquierda, y sumó un total de 46 millones de votos conscientes de los peligros de la candidatura de Bolsonaro. Desde este conjunto popular es desde dónde se podrá organizar una resistencia que enfrente los futuros ataques a la clase obrera y el pueblo brasileño, así como a las conquistas democráticas preexistentes. Desde el Partido Comunista de España y la Juventud Comunista (UJCE), apoyamos la resistencia contra la ultraderecha, contra el capital y los medios que la sostienen. Desde nuestra responsabilidad internacionalista, trabajaremos por aportar incansablemente a la resistencia que desde hoy mismo se está articulando contra una ultraderecha que comienza a expandirse alrededor del globo.