Roman Levin, militante de la Liga Juvenil Comunista de Israel permanece en prisión desde el 25 de febrero por renunciar al ejercicio de su servicio militar. Desde ese día, declaró a las autoridades militares su intención de abandonar el servicio “como un acto de protesta contra la ocupación que se ha desarrollado desde hace más de cincuenta años, y como un acto de solidaridad con el Pueblo Palestino en Cisjordania y la asediada Gaza”.
Roman Levin se enfrenta seguramente a penas de cárcel consecutivas conforme continúe en su heroica decisión de no participar en la masacre y colonización del pueblo palestino. Ante esta situación, desde la Unión de Juventudes Comunistas de España queremos manifestar nuestra solidaridad con Roman, con la Liga Juvenil Comunista de Israel y con todos y todas las llamadas a filas que se exponen a penas de cárcel por objetar y renunciar a participar en las políticas genocidas y coloniales de las que el ejército de Israel es la punta de lanza.
La Juventud Comunista quiere reconocer la valiente decisión de Roman Levin y exige su liberación, a la vez que llama a continuar con el bloqueo, la desinversión y las sanciones a Israel. Ningún gesto de complicidad con el Estado colonial de Israel debe quedar impune.
A continuación, se puede leer la carta de Roman Levin traducida al castellano:
«Yo, Roman Levin, tengo 19 años y vivo en Bat Yam. He servido en el ejército más de un año. Anuncio mi renuncia a continuar con mi servicio militar. Renuncio como un acto de protesta contra la Ocupación que se ha estado desarrollando por más de cincuenta años, y como un acto de solidaridad con el Pueblo Palestino en Cisjordania y la asediada Gaza.
Cuando visité a mi familia en Ucrania fui testigo de la falta de respecto con los judíos, y en Israel, a mis amigos y mi tampoco se nos respetaba por nuestro origen y cultura diferentes. Esto me hizo empatizar con el Pueblo Palestino oprimido. En Ucrania existe una guerra civil, y cuando estuve allí conocí a soldados que no sabían por lo que estaban luchando y muriendo. Me identifiqué con ellos también porque no creo en la política militar de Israel, cuyo objetivo principal es mantener la Ocupación. Esta experiencia me hizo repensar el sentido de mi servicio militar. Renuncio a continuar participando en la opresión del Pueblo Palestino. En los Territorios Ocupados se construyen más y más asentamientos mientras la población palestina es sometida apolíticas de confiscación de tierras y demolición de hogares. Desde 2006, Israel ha demolido más de 2000 hogares en los Territorios Ocupados. Se restringe la libertada de movimiento de los palestinos en su propia tierra, y en los intentos de abandonarla cuando en la Franja de Gaza este derecho está absolutamente negado.
Serví en el ejército como conductor de camiones, y la mayor parte de eses trabajo es conducir en los Territorios Ocupados. Cuando me alisté al ejército por primera vez pensé que el ejército estaba sirviendo los intereses del pueblo de Israel. Pero tras haber servido en los Territorios me di cuenta de que lo que el ejército hace allí no sirve a mis intereses, ni a los intereses del pueblo trabajador de Israel, especialmente tras las masacres en curso contra los manifestantes en las vallas de la frontera de Gaza. La Ley de Nacionalidad Judía fortaleció mis pensamientos. Me di cuenta de que no puedo por un lado oponerme a la Ocupación, el racismo y el orden capitalista y al tiempo servir en el ejército que los sostiene.
Mientras que cada año que pasa el yugo se aprieta alrededor del cuello del Pueblo Palestino, la brecha entre ricos y pobres aumenta también. La creciente pobreza que destroza las esperanzas de un futuro mejor del pueblo trabajador de Israel se ve justificada por el gobierno por la guerra. El estado gasta 70 mil millones de shekels (17 mil millones de euros) cada año en los presupuestos de defensa, en lugar de invertir en educación, sanidad y bienestar. En busca de beneficios, Israel vende secretamente armas sofisticadas a regímenes tiránicos alrededor del mundo.
El servicio militar, dado el rol opresivo de las Fuerzas de Defensa Israelíes, crea una barrera frente al mayor de los miedos de la clase dirigente: una alianza entre los trabajadores judíos y árabes en lucha contra los magnates, el dominio del capital y la opresión nacional, porque solo en alianza y solidaridad con la población árabe y otras comunidades marginadas como los etíopes, rusos y Mizrachi, podemos crear un futuro sin explotación, opresión y guerras.»