Durante la madrugada del 15 al 16 de julio, el ejército turco iniciaba un intento de golpe de estado, llegando a asegurar que había asumido el control del Estado para restaurar la democracia. Por su parte, el gobierno de Erdogan llamaba a sus acólitos a ocupar las calles para plantar cara al golpe, y amenazaba con fuertes represalias a los sublevados.
LA UNIÓN DE JUVENTUDES COMUNISTAS DE ESPAÑA ANTE LOS ACONTECIMIENTOS EN TURQUÍA:
NI GOLPE DE ESTADO NI CONTINUISMO
Durante la madrugada del 15 al 16 de julio, el ejército turco iniciaba un intento de golpe de estado, llegando a asegurar que había asumido el control del Estado para restaurar la democracia. Por su parte, el gobierno de Erdogan llamaba a sus acólitos a ocupar las calles para plantar cara al golpe, y amenazaba con fuertes represalias a los sublevados.
Los verdaderos motivos que han llevado a parte de los militares a desarrollar este golpe son difíciles de determinar con exactitud en estos momentos, pese a que se han puesto sobre la mesa motivos divergentes: el acercamiento a Rusia, una supuesta falta de contundencia frente al avance de las milicias kurdas en el este del país, la defensa de la laicidad frente al giro religioso del AKP, el partido de gobierno…
Sin embargo, una cosa está clara: los movimientos de ayer por la noche no están sostenidos por la movilización de la clase obrera y el pueblo turco, y resulta evidente que ninguna de las facciones que se han enfrentado en esta contienda relámpago representan sus intereses. Sería un error realizar un análisis positivo de un intento de derrocar a Erdogan sin que este parta del pueblo turco, pero de igual modo sería catastrófico posicionarse del lado del gobierno turco, reaccionario y contrario a los intereses populares, bajo la pretendida finalidad de combatir el golpe de estado.
El AKP es responsable directo de la situación de Turquía, y específicamente de la inestabilidad vivida durante esta madrugada. Sin embargo, no es realista reducir los acontecimientos a un autogolpe legitimador por parte del gobierno, y esto sería minimizar la existencia de pugnas internas entre los diferentes grupos de la burguesía turca. Pese a ello, el gobierno de Erdogan aprovechará la situación para reforzar su política represiva y autoritaria, golpeando al pueblo y procurando reforzar su inestable legitimidad.
El pueblo turco deberá continuar su lucha por derrocar el gobierno reaccionario, pero siempre manteniendo su independencia tanto de fuerzas extranjeras como de facciones de la clase dominante. Cualquier otro camino no hará más que reforzar las políticas represivas del AKP, cargando en los hombros del pueblo más miseria y dolor.
Sólo el pueblo puede derrocar al imperialismo y construir un futuro digno en Turquía.