Josefina Samper, semilla de nuestras luchas
Se nos ha ido Josefina Samper, luchadora incansable, ejemplo de honestidad y tesón. Militante de las Juventudes Socialistas Unificadas desde los 12 años, ha sido y será un ejemplo para generaciones enteras de jóvenes comunistas.
Emigrada en Orán desde niña, allí se unió a la JSU, y dos años más tarde al PCE. A su regreso a España redobló sus esfuerzos para derrumbar la Dictadura, desde la clandestinidad y la resistencia colectiva. Y es que, si la figura de Josefina se caracteriza por algo, es por el trabajo invisible de acompañamiento y cuidados, que sostuvo la lucha política y sindical contra el Franquismo. Desde los inicios de las Comisiones Obreras, ella veló por los presos y por sus familias, haciendo mil y una visitas a las cárceles, y acompañando a cientos de mujeres y familiares en la difícil tarea de sobrevivir a la represión. En un momento en el que tener un familiar preso conllevaba una doble condena, la ausencia del ser querido y la miseria que causaba que faltara un sueldo en las casas, Josefina ensayó y puso en práctica todas las formas posibles de solidaridad popular.
Josefina luchó en su barrio, Carabanchel, al que se mudaron para estar más cerca de los presos y sus familias, y siempre con su barrio, que también fue tejiendo una solidaridad insobornable, a prueba de palos, cárceles y balas. Pero desde Carabanchel fue tejiendo redes de mujeres, que pronto alcanzaban todos los rincones del Estado. Cuando Josefina llevaba comida a los presos, cargaba con perolas de cuarenta o cincuenta raciones; y cuando había un juicio o cualquier compañera de otra localidad iba a las cárceles de Madrid a hacer una visita, siempre encontraba un sitio donde dormir en su casa. Porque tenían muy claro que “Si tocan a una, nos tocan a todas”.
Luchadora feminista, fundó junto con otras militantes y mujeres de presos el Movimiento Democrático de Mujeres en 1965, germen del movimiento feminista de las décadas posteriores. Enseñó a cientos de mujeres a empoderarse colectivamente desde la experiencia personal y la lucha de cada una. Enseñó a todas y a todos, que la lucha contra la Dictadura se hacía en las Huelgas, piquetes y manifestaciones; pero también en el cuidado de las personas que caían presas, manteniendo su ánimo y sosteniendo su lucha. Y es que esas labores no eran tan visibles en la clandestinidad, pero eran las que permitieron que existiera todo lo demás, ese trabajo lo sostenía todo.
Las militantes de la Juventud Comunista somos herederas de las luchas que tejieron mujeres como Josefina Samper, que fueron las protagonistas invisibles de reivindicaciones de las cuales recogemos el testigo. Las actuales luchas son posibles porque Josefina fue, porque construyó un nosotras, cultivó el apoyo mutuo, y porque, junto a muchas militantes más, tejió el hilo rojo que hoy permite que sigamos aquí en pie. Cada vez que alcemos la voz, que levantemos el puño, estará presente Josefina.