La clase trabajadora atraviesa duros momentos de mezquindad tras la crisis crónica que sufre el capitalismo desde la última Gran Recesión de 2008, donde el capital lucha por reponer sus beneficios, sin éxito, en contra de la clase trabajadora a costa de su explotación. Las jóvenes obreras no hemos vivido otra cosa que el empeoramiento de nuestras condiciones de vida desde la última recesión, y esto, las andaluzas, lo vivimos de forma agudizante. La clase trabajadora en esta tierra afronta grandes retos: por un lado, el rol periférico que juega Andalucia en el Régimen del 78 y, por otro, su papel frontera.
El rol periférico de Andalucía dentro del Régimen del 78 solo sirve a los capitales español y europeo. El desarrollo capitalista condena a Andalucia a un rol subalterno en españa y Europa, en la línea de los intereses de sus burguesías, pero en contra de la clase obrera en el territorio. Este rol conlleva una fuerte presencia militar en el territorio, pero también una pérdida importante de libertad de la clase obrera al darse una redirección de parte del proceso productivo hacia la consecución de las necesidades imperialistas de la OTAN, la Unión Europea y del Régimen en la formación social española. Tenemos un ejemplo de ello este 6 de octubre en Granada donde se celebrará el Consejo Europeo; esto no es más que un proceso que obedece a las necesidades de las grandes burguesías españolas y europeas, en contraposición a los intereses de la clase obrera en Andalucía y el medio.
Por otro lado, la llamada terciarización es la organización del trabajo que el capital quiere para nosotras. Las burguesías españolas y europeas nos han condenado a trabajos en sectores de bajísimo valor añadido, a servir a turistas en condiciones de precariedad y temporalidad. Nos condenan a la clase y, a la juventud trabajadora en concreto, a una vida sin proyecto, a una vida que no es nuestra. Pero el capital en Andalucía no solo destruye el trabajo, sino también el patrimonio natural. La maximización de sus beneficios la realizan a costa de nuestra clase y del medio natural y en concreto en Andalucia, a costa de los recursos hídricos agotándolos y contaminándolos. Dentro de esta cuestión, el estado, como principal elemento del que se sirven las clases opresoras para perpetuar las condiciones en las que se desarrolla el modelo productivo imperante, funciona como arma ya que su función como monopolio del uso de la violencia puede mantener el sistema oprimiendo cualquier foco que se enfrente a él.
Ante el panorama actual donde la socialdemocracia andaluza limita sus reivindicaciones al marco del Estado, a una mayor soberanía, a unas pocas migajas que repartir entre la clase trabajadora, la única salida que tiene nuestra clase es la organización revolucionaria, es la organización en el centro de trabajo, de estudio y en el barrio, para romper con el capital que hoy día rompe nuestras vidas. El proletariado sigue siendo la clase social y el sujeto político que debe erigirse en el sujeto revolucionario para la instauración de su dictadura frente a la burguesía.
Solo la organización revolucionaria en el proyecto de la Juventud Comunista contra el Régimen del 78 puede traer algo de luz a una situación tan complicada y en la que afloran las respuestas fáciles y profundamente erróneas.
¡Ante sus crisis, no valen reformas!
¡Organización de clase contra el Estado Burgués!