En la última semana, hemos visto cómo se cernía sobre España, y en este caso, sobre Castilla-La Mancha, la crisis derivada de la expansión del Coronavirus y sus efectos sobre la población en grupos de riesgo, con un buen porcentaje de mortalidad. A comienzos de tal crisis, vimos ya la incapacidad del gobierno regional de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha de afrontar el reto del combate a la expansión de la enfermedad en nuestra región.
Entre muchas otras cuestiones, como la gestión de los conflictos laborales, o las vergonzosas acusaciones del presidente García-Page a la comunidad educativa, no menos ha sido la deplorable gestión de apoyo a unos centros sanitarios y de servicios sociales, que se encuentran saturados y ocupan hasta las salas de urgencias usuales en el primer caso, y que llevan años sufriendo el envite de las políticas neoliberales de recorte de presupuestos y privatizaciones que ahora llevan al personal sanitario y de logística a trabajar en unas condiciones extenuantes y sin el material necesario.
Este hecho se hace especialmente palpable en las residencias de la tercera edad, donde se han dado varios focos de contagio con alta mortandad y han llegado a haber casos de falta de medios o auténtica negligencia, en una región con una población muy envejecida. Cada día, son más las personas que pierden a sus mayores más queridas sin poder despedirse cara a cara.
Mientras el presidente Emiliano García-Page se hace de eco de haber tenido una “capacidad extraordinaria de respuesta” de haber conseguido supuestamente “un millón de mascarillas” los centros sanitarios están completamente faltos de este material, entre otros muchos (trajes EPI, respiraderos, camas, personal…). ¿Dónde están esas mascarillas entonces? Esos mismos centros sanitarios se ven obligados a suplicar la colaboración ciudadana ante un gobierno regional al que esta situación le ha sobrepasado claramente, y que encima ha mantenido cerrado durante una semana entera el nuevo hospital de Toledo, plenamente preparado para inaugurar y con capacidad de 800 camas.
La mayoría de acciones convenientes en los municipios han partido de manos de iniciativas ciudadanas principalmente, y si acaso de Ayuntamientos. Frente a este gobierno de la incapacidad, reivindicamos más que nunca el apoyo popular y solidario de la clase trabajadora para colaborar con los Hospitales, Residencias, Casas de acogida y Albergues que lo necesiten. ¡Desde la Juventud Comunista nos lanzamos plenamente a esa colaboración para una vez más dejar claro que solo el pueblo salva al pueblo, y que estaremos a pie de calle para apoyar al incansable personal sanitario y de servicios sociales que se encuentra en primera línea de combate contra este virus! Así mismo, denunciaremos firme y frontalmente a aquellas empresas que arriesguen a sus plantillas forzándolas a trabajos no necesarios en el momento actual. ¡Ellos se forran, nosotras nos dejamos la vida!