La situación de guerra en Ucrania no comienza en el día de hoy. Desde 2014, con altibajos de intensidad, se viene sucediendo un conflicto armado originado por el Golpe de Estado y las políticas reaccionarias y nacionalistas de los nuevos gobernantes ucranianos, amparadas por la Unión Europea y la OTAN. En el marco de ese conflicto, las expresiones políticas de clase vienen siendo duramente reprimidas, incluido el hostigamiento a los sindicatos y la ilegalización del Partido y la Juventud Comunista de Ucrania. En dicho hostigamiento, el gobierno ucraniano y la UE han contado como aliados imprescindibles con todo tipo de fuerzas neonazis y ultraderechistas que han dirigido el odio sectario frente a la población ucraniana de ascendencia rusa quien emplea el ruso como lengua principal o su cultura se identifica más con la rusa. Es decir, desde hace ocho años se viene espoleando una campaña de agresión contra una gran parte de la propia población ucraniana.
Precisamente el golpe de Estado de 2014 y el impulso del nacionalismo ucraniano posterior tenían como objetivo principal ir alejando la zona de la influencia rusa que estaba asentada en el país. La situación de conflicto armado se ha precipitado, directamente y sin paliativos, por las pretensiones de la OTAN de incluir a Ucrania en la alianza criminal imperialista por el intento de preservar la predominancia del imperialismo yanki en la escena mundial, y con la participación inexcusable de la Unión Europea. No podemos eludir por tanto el carácter de confrontación en el marco de la pugna interimperialista, de la disputa por las áreas de influencia en Europa de Rusia por una parte, y EEUU y la OTAN por otra.
Ante esta situación, llamamos la atención sobre el sufrimiento generado por el conflicto armado y las recientes acciones sobre la clase trabajadora en general y en concreto sobre los pueblos ruso y ucraniano. Este conflicto no servirá para la mejora de las condiciones de vida de la clase obrera, de nuevo seremos carne de cañón frente a los intereses imperialistas de unos y otros. No existe una voluntad de defensa de los intereses de la población ni rusa ni ucraniana solo de los intereses de los oligarcas de ambos países y la pugna por un espacio de influencia política. Además de la miseria y la muerte generadas por la guerra, es previsible que esto genere una nueva crisis migratoria, que evidenciará más si cabe la hipocresía de la Unión Europea.
La Juventud Comunista apostamos por la paz y el respeto a la soberanía de los pueblos, libres de toda opresión y toda injerencia imperialista, y rechazamos el envío masivo de tropas y la participación directa en la escalada del Estado español. Exigimos el cese de las hostilidades y la retirada de todas las tropas, así como la salida inmediata de España de la OTAN para dejar de participar en una alianza que se manifiesta como claramente criminal, siendo precursora de los conflictos bélicos que sean necesarios para salvaguardar así los intereses económicos de las burguesías nacionales que defienden. Igualmente, llamamos al conjunto de agentes políticos y sociales a implicarse en la consecución de una solución que garantice la paz y la seguridad colectiva que no puede sino pasar por la solidaridad internacionalista, el apoyo mutuo y la lucha contra el imperialismo.