Hoy 28 de junio, con motivo de las revueltas de Stonewall queremos aprovechar para reivindicar la importancia de seguir trabajando por conquistar los derechos de todas la clase obrera en donde, por supuesto, se incluye al colectivo LGTB. En este año marcado por, entre otras, el debate público sobre la Ley de Transexualidad donde múltiples agentes de todo el país han dado sus opiniones en torno a esta cuestión, creemos necesario recordar que centrar el debate sobre si una ley es adecuada o no, no ayudará a avanzar en la mejora de las condiciones materiales de nuestra clase. Y es precisamente ahí, donde deben radicar nuestros esfuerzos: no olvidemos que, pese al confinamiento, las cifras de agresiones lgtbfóbicas han aumentado y que los niveles de precariedad son notablemente más altos que en otros colectivos.
La más que inminente crisis económica que vendrá tras el cierre de la crisis sanitaria, golpeará de una manera más incisiva a la clase trabajadora, que verá mermados sus derechos. Ante este hecho no podemos olvidar que la pauperización de las vidas de la clase trabajadora se traduce también en una pérdida de derechos de los colectivos más vulnerables, entre los que se encuentra el colectivo LGTB.
Además de las condiciones materiales nefastas a las que se enfrenta el colectivo LGTB de trabajadoras, nuestra vida sigue marcada por una precariedad laboral y discriminación que no solo afecta a nivel físico y vital, sino a la salud mental directamente. Los señalamientos públicos, las agresiones verbales en redes sociales y las agresiones de todo tipo en las calles hace que en los últimos años las cifras por delito de odio en lo relativo a la orientación sexual y a la identidad de género no deje de aumentar. Este 2020 el aumento de agresiones lgtbfóbicas no ha hecho más que crecer, sobre todo, en las redes sociales donde las agresiones digitales están a la orden del día.
El auge reaccionario que vivimos no ha hecho más que contribuir al aumento de estas cifras. Solo con solidaridad de clase podremos plantar cara a un sistema que nos relega a la precariedad vital, a sufrir violencia por nuestra orientación sexual o nuestra identidad de género y que no nos deja poder tener expectativas sobre la construcción de nuestro propio futuro.