Desde la Juventud Comunista y el Partido Comunista de España en Aragón queremos enviar nuestro apoyo a la vecina del Arrabal, última víctima de la violencia machista en la ciudad de Zaragoza, así como reiterar nuestra condena a cualquier forma de machismo en nuestra sociedad.
En esta ocasión nos gustaría resaltar dos circunstancias que vienen a reforzar la necesidad de políticas activas de equidad de género. De una parte, no son pocas las mujeres mayores que sufren violencia machista, pero tanto por la carga educativa de “aguantar y cuidar” como por la habitualmente precaria situación económica, resisten día tras día las diferentes formas de agresiones machistas, no sólo físicas. Y, por otro lado, el sobreseimiento del caso, ante la negativa de la mujer a declarar contra su marido, amparada por la ley.
El último informe del IAM nos indica que cerca del 8% de las mujeres mayores de 65 años sufre violencia machista, pero menos del 3% la identifica como tal. El ninguneo, el control y la explotación como cuidadora es dinámica habitual en muchas relaciones, máxime si son mayores. A la vergüenza de reconocer que se está siendo maltratada, se suma la culpabilización aprendida y, en muchas ocasiones, la incomprensión del entorno. Desde el PCE y la Juventud Comunista defendemos la necesidad de poner en marcha políticas que sirvan para detectar las situaciones de violencia en las parejas mayores, así como recursos para poder re-educar en las relaciones saludables. La violencia machista no tiene edad, y la capacidad de aprender tampoco.
Por otro lado, las bajísimas pensiones (si las hay) y la falta de recursos de muchas mujeres mayores, por haberse dedicado a los cuidados internos familiares o por haber tenido trabajos en pésimas condiciones laborales, las sitúa en una situación aún más débil a la hora de enfrentarse a su maltratador y salir del círculo de violencia. Es imperiosamente necesario luchar contra la brecha de género y la discriminación salarial, así como la implementación de prestaciones complementarias a las pensiones de muchas mujeres, que compensen esta discriminación, de forma que les permitan ser, al menos, económicamente suficientes.
Finalmente, desde el PCE y la Juventud Comunista pedimos la modificación del artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en los casos de violencia machista, el derecho de dispensa, en el que muchas mujeres, fruto de la coacción, del miedo, de la indefensión, renuncian a su derecho a declarar contra su agresor, lo que permite que el caso sea sobreseído, como en esta ocasión. No puede ser que, pese a los informes policiales y los informes del IMLA, los agresores puedan volver a agredirla porque la mujer no declare en su contra. No puede recaer sólo sobre los hombros de la mujer atacada la carga de su defensa, puesto que uno de los primeros estratos de la violencia machista es la pérdida de autonomía y autoestima de la misma.
La Juventud Comunista y el Partido Comunista volvemos a reclamar que ninguna agresión se puede quedar sin respuesta.