En un momento como el actual, confinadas y con la incertidumbre continua por la crisis sanitaria del COVID-19, la juventud trabajadora asistimos al enésimo recorte en nuestros derechos: sumado al asentamiento de la precariedad como forma de vida, a raíz de esta crisis sanitaria, las jóvenes trabajadoras volvemos a ser las más impactadas por las medidas laborales que se han tomado hasta ahora excusadas por la situación de alarma. Ya éramos las jóvenes las más impactadas por la precariedad: contratos temporales, jornadas parciales y salarios bajos son hasta este momento los rasgos más significativos de nuestra situación vital. Además, detonado por la crisis sanitaria, somos el sector poblacional que más está sufriendo los despidos y ERTE, así como las reducciones de jornada: de los despidos efectuados en el pasado mes de marzo en plena crisis sanitaria, más de la mitad los sufrimos jóvenes trabajadoras de todo el país. Mientras que las empresas han ido recibiendo todo tipo de recursos para asegurar sus beneficios, la clase trabajadora es una vez más la que paga los platos rotos de esta crisis, especialmente su juventud.
Todas las instituciones económicas, políticas y sociales del Régimen del 78 se han volcado en la salvación de las grandes empresas, mientras que nuestra salud, nuestros puestos de trabajo y nuestras viviendas se ponen cada día en riesgo bajo esta crisis sanitaria. Para la juventud trabajadora no hay solución posible en el marco del Régimen del 78.
Es por eso que hoy, 14 de abril, más que nunca reivindicamos y luchamos por la República como único modelo político, económico y social que puede dar salida y defender los derechos de la clase trabajadora frente a esta crisis sanitaria y económica. No se trata solo de la elección democrática y periódica de la Jefatura de Estado, hablar de República en estos momentos implica mucho más: se trata de apostar por una vida digna para la juventud en nuestro país. Luchando contra la precariedad normalizada, contra los abusos patronales y poniendo la vida y salud de la clase trabajadora por encima de los intereses económicos de grandes empresarios. Reivindicando una solución para el problema habitacional de las jóvenes españolas: apostando por la regulación de los alquileres y fomentando la vivienda pública para luchar contra la especulación de un bien de primera necesidad como es la vivienda.
Luchando desde las aulas por un modelo educativo que no anteponga los intereses privados por encima de lo público, que no segregue por clase social ni expulse a las hijas de las trabajadoras de la educación superior.
Apostando por una república feminista, donde la igualdad sea efectiva y real, exista una corresponsabilidad en los cuidados y la precariedad laboral no tenga rostro de mujer.
Construyendo un estado federal en el que se reconozca el derecho de los pueblos a la autodeterminación.
Frente a una Monarquía heredera del Régimen franquista, máxima expresión del Régimen del 78, que nos condena a la juventud obrera a pagar los costes de esta crisis mientras grandes empresarios mantienen sus beneficios con el beneplácito de la UE, es hora de luchar desde todos los frentes por la III República.
La República nos está esperando ahí fuera: ¡Construyámosla!