Publicado en el número 19 de Agitación
En un reciente estudio de Vicente Salas Fumás sobre las Sociedades No Financieras en España durante la crisis, se recogían varios datos ejemplificantes sobre el devenir de la crisis y hacia dónde se dirige la salida de la misma.
Marco Tulio Cicerón, estadista y político de la antigua Roma – entre otras muchascosas – solía, ante cuestiones políticas, hacerse de forma recuerrente una pregunta: Quo bonis? (algo así como ¿Quién se beneficia?). En nuestro días viene siendo recurrente que ya estamos empezando a salir de la crisis, pero hoy, como en su día se preguntara Cicerón, nos tenemos que hacer la misma pregunta: Quo bonis?
Y a este respecto, hemos elegido algunos de los datos más significativos recogidos en el estudio del catedrático de la Universidad de Zaragoza, Vicente Salas, que se recogen en la columna de la derecha, y que muestran algo que, para quien lleve atento a las noticias los últimos meses, no le resultará nuevo – quizás si acaso una evidencia más que lo refuerza – esto es, que la salida a la crisis en este país pasa por una reducción de los salarios y una reducción de la tasa impositiva del impuesto de sociedades, que significa que las empresas pagan menos impuestos por el total de dinero que han ganado, lo cuál busca el aumentar los beneficios de las empresas que operan en nuestro país y hacerlo más atractivo para inversiones extranjeras.
Como apunte “curioso”, uno debería suponer que esto debería haber supuesto una reducción de precios, tanto de los productos y servicios producidos para el mercado interno como los dedicados a la exportación. Sin embargo, utilizando los datos del Banco de España: entre 2009 y 2012 los precios de las exportaciones españolas, medidos a través de los índices de valor unitario, aumentaron un 2,2% más que en los países desarrollados.
Pero que esta vaya a ser la fórmula para “salir de la crisis”, entendiendo de esta manera que la economía vaya a crecer y esto supondrá una mejoría para el conjunto de los y las trabajadoras, es una burda mentira mil veces desmontada, como hacía recientemente el economista Eduardo Garzón señalando las falacias del informe sobre la situación económica de España que recién había publicado la OCDE, en el artículo las falacias de la OCDE sobre política fiscal, salarios y competitividad (La Marea, 9/09/2014), en un momento en el que precisamente los últimos datos sobre las exportaciones y la balanza comercial muestran que el rumbo que está llevando la economía española no es precisamente el que pretenden hacer ver.
En los últimos meses, pese a las campañas publicitarias del Minsiterio de Economía y Competitividad, quien titulaba en junio una nota de prensa “Las exportaciones de bienes suman un nuevo máximo hasta mayo”, lo cierto es que tanto en valor como en volumen, las exportaciones de bienes alcanzaron su máximo en 2013, y desde entonces han mantenido una tendencia a la baja.
Por ende, los indicadores macroeconómicos no parecen estar corroborando los esfuerzos comunicativos del gobierno por hacernos creer que realmente estamos saliendo de la crisis, con la tasa de paro aumentando en agosto por ejemplo, o el batacazo que va a suponer para la economía el veto ruso a las exportaciones europeas. Sólo hay un dato claro: los beneficios empresariales no dejan de marcar nuevos records y aumentos.
Es por eso que es importante detenerse un momento a reflexionar sobre este rumbo elegido en relación a la pregunta que nos hacíamos al principio. Quo bonis? La respuesta es obvia. Mientras, los y las trabajadoras de este país seguimos sumidas en nuestra crisis permanente. Nuestra situación no es que fuera muy buena antes del inicio de la crisis, pero es que desde entonces la situación ha empeorado terriblemente.
Por contra, las grandes empresas del IBEX 35 no están sufriendo ninguna crisis, más bien al contrario. Quo bonis? A estas alturas ya es una pregunta retórica que el hábil lector/a responderá por su cuenta.
Y esa es la Marca España: un país en que sus trabajadores han visto reducidos sus ingresos, millones de ellos, especialmente los más jóvenes y los más mayores, no encuentran empleo, y los que lo tienen, viven en un mar cada vez más inmenso de precariedad gracias a las reformas laborales. Desahucios, aumento de tasas universatarias, reducción de becas y prestaciones por desempleo que cada vez cubren a menos trabajadores…
Y así seguirá siendo hasta que algún día, ese pueblo trabajador sin empleo o con él, pero sumido en la pobreza, decida alzarse de una vez y mandar a todos sus explotadores a las vitrinas de los museos de historia del futuro y construir la alternativa socialista que, con sus más y con sus menos, sin lugar a dudas supondrá una mejora colectiva en comparación con la miseria para la mayoría a la que nos condena el capitalismo. Miseria que es edulcorada, escondida y despersonalizada a través de los datos macroeconómicos. Pero a nadie tienen que engañar ya. Tenemos un gran mundo delante nuestro por construir y descubrir, así que, ¡adelante con ello!