Quien no respeta a su pueblo no merece ningún reconocimiento
Este 22 de febrero la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha entregado las llaves de la ciudad al Presidente de la República de Argentina, Mauricio Macri.
En un acto simbólico-institucional se han entregado las llaves de la capital a un Presidente que, desde su llegada al Gobierno hace algo más de un año, se ha mostrado como una de las caras más crueles del capitalismo en Latinoamérica, gobernando por decreto contra los trabajadores y las trabajadoras argentinas: en tan solo un año el país ha sufrido una gran transformación, pasando de una situación de recuperación de derechos gracias a la movilización popular, hacia un proyecto dominado por el capital financiero, degradando los derechos sociales y laborales de la población argentina. Este giro hacia un capitalismo salvaje se ha cobrado el empleo de, al menos, 167.000 trabajadores del sector público y privado, sobre todo en los sectores de la construcción y la industria por la caída de la inversión pública. Todo ello ha conducido a un importante incremento de la pobreza, que ha aumentado drásticamente en más de un millón de personas.
Todos estos retrocesos en derechos anteriormente conseguidos gracias a la lucha mantenida durante décadas por las capas populares argentinas, han provocado una fuerte respuesta de los sectores más movilizados del país, en defensa de los derechos laborales y sociales. Sin embargo, la respuesta del Gobierno ha sido la represión continuada contra las movilizaciones sociales cristalizada en nuevas leyes contra la mayoría social trabajadora, como la declaración de emergencia nacional en seguridad o el protocolo que busca limitar la protesta social en el país.
Dentro de esta estrategia de represión contra las capas populares argentinas, el Gobierno de Macri acaba de firmar un decreto que endurece la política migratoria, que estigmatiza a las distintas corrientes latinoamericanas. El objetivo es claro: destruir los lazos colectivos y solidarios de las clases populares, señalando al extranjero como peligroso.
Las transformaciones estructurales que el gobierno argentino viene realizando tienen un doble objetivo: por un lado, a modificar efectivamente la estructura económico-social, a través de flexibilización de convenios colectivos de trabajo o devaluación de la moneda nacional, y, por otro lado, intentar que dichas transformaciones construyan un nuevo marco cultural que fomente los valores neoliberales de la libertad individual, el libre mercado y el miedo a lo diferente. Esto último es el objetivo claro de la nueva reforma migratoria: romper los lazos de solidaridad de clase, muy arraigados en Argentina.
Desde la Juventud Comunista condenamos la entrega de llaves a Mauricio Macri por ser el impulsor de un capitalismo salvaje en Argentina, que fomenta el odio racial contra pueblos indígenas como el Mapuche y condena a la pobreza a millones de trabajadores y trabajadoras argentinas.