La Confederación Empresarial de Madrid (CEIM) y la Cámara de Comercio quieren que Madrid se tiña de rojigualdas, que los comercios difundan banderas de la España monárquica y carteles y fotografías de apoyo a la institución para el próximo Jueves 19, día de la coronación de Felipe VI.
Desde el lunes pasado están entregando el material, más de 50.000 enseñas y carteles tamaño DIN A3 que muestra la fotografía oficial de los Príncipes de Asturias, facilitada por la Casa Real, bajo el lema “con nuestros Reyes” en letras rojas mayúsculas, para que se exhiban en los escaparates de los comercios y en las fachadas de los edificios de la Comunidad. Ofrece también una variedad de pegatinas para vehículos.
La intención de esta campaña es “dar la bienvenida a Felipe VI y a agradecer a Juan Carlos I sus 39 años de reinado de paz y prosperidad», según ha expresado Arturo Fernández, presidente de la CEIM, que ya difundió un comunicado hace semanas de apoyo a la monarquía.
Desde la Juventud Comunista no podemos sorprendernos por hechos como éstos. Sabidos son algunos de los encuentros políticos que el Juan Carlos I ha venido manteniendo con los principales empresarios del país, para evaluar la situación económica, poner puntos en común y evaluar las medidas implementadas por el Gobierno.
Los pilares sobre los que se sustenta este Régimen se reúnen para salvaguardar sus intereses, y en momentos de convulsión social, se arropan y se protegen más si cabe. A fin de cuentas, la supervivencia y prestigio de unos está relacionado con los de otros.
Desde la UJCE consideramos que en un contexto tan ruinoso como éste para la clase trabajadora, donde los derechos laborales están siendo constantemente atacados, donde el ejercicio de libertad sindical y el conflicto colectivo es criminalizado constantemente, donde el desempleo sigue teniendo porcentajes abrumadores, acciones de este tipo son bochornosas, y sólo visibilizan que una élite, económica y política, busca mostrar la gratitud entre sus propios componentes por todos los privilegios acumulados que se han ido tejiendo a lo largo de décadas y para asegurar que siga siendo así.
Tenemos el deber de impedir que esta situación siga prolongándose en el tiempo, señalando a los culpables y trabajando por un proceso constituyente que modifique las bases sobre las que este sistema se sustenta.