Para este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, nos encontramos de nuevo ante una situación de alarma. Y es que en nuestra Región las mujeres somos cada vez más pobres y sufrimos día a día la violencia de la desigualdad acrecentada incrementada por los efectos de los recortes.
El último dato sobre la brecha salarial, la diferencia entre lo que las mujeres y los hombres cobran por un mismo trabajo en las mismas condiciones, sitúa a la Región de Murcia entre las comunidades con más desigualdad laboral. Esto no hace sino afirmar lo que venimos denunciando desde hace muchos años: el sistema capitalista y sus gobiernos al servicio de las oligarquías se apoyan en el patriarcado para someter a la mitad de la población, a las mujeres, a una absoluta precariedad. El hecho de que las mujeres tenemos dobles y triples jornadas va además acompañado de la pobreza que nos imponen cuando reservan para nosotras los trabajos peor pagados. Los contratos temporales, los empleos mal retribuidos, la economía sumergida y la constante infravaloración de nuestras capacidades nos sitúan siempre muchos pasos por detrás de los hombres trabajadores. Se demuestra una vez más que las mujeres somos una anomalía en el mercado laboral, necesarias para la producción sólo cuando el sistema lo requiere, y abocadas al paro o la pobreza cuando necesita prescindir de nosotras. El trabajo que realizamos en los hogares, invisible y gratuito, es la base de una economía que nos esclaviza y nos somete a depender de otros para vivir con dignidad. No queremos ser las eternas cuidadoras ni las que menos cobran en nuestros centros de trabajo. Hace unas semanas conocíamos un dato estremecedor: 500.000 personas en la Región de Murcia están en riesgo de exclusión y pobreza, y las mujeres murcianas sufrimos la creciente miseria más que cualquiera.
Frente a una economía que nos empobrece y nos maltrata, las mujeres trabajadoras decimos basta. Este 8 de marzo tenemos más razones que nunca para luchar por romper con este régimen. Queremos construir una nueva sociedad, donde la economía no nos deje siempre en último lugar, donde nuestros cuerpos, seamos o no mayores de 18 años, nos pertenezcan y donde tengamos el derecho de vivir dignamente por nosotras mismas. Por ello, en la UJCE lo tenemos claro: el patriarcado nos somete a la pobreza ¡y no vamos a dejar de combatirlo!