La situación de la juventud trabajadora en nuestra región se ve inmersa en una situación de precariedad e incertidumbre que tiene como ejes vertebradores: el paro juvenil, la precariedad laboral y como resultado la incapacidad de crear un proyecto de futuro propio.
La realidad vital que sufrimos la juventud de esta región se ve, primero, reflejada en los datos alarmantes de paro juvenil: Castilla- La Mancha es una de las 5 regiones con mayor tasa de desempleo juvenil de todo el estado, privándonos, así, de la única posibilidad a la que nos relega el sistema capitalista de forjar un futuro, vender nuestra fuerza de trabajo al empresario. Necesitamos no únicamente un empleo, sino un empleo con condiciones y salarios dignos.
Nuestras condiciones dignas se demuestran arrebatadas cuando:
- Más del 92% de los contratos que se firmaron en 2020 fueron de carácter temporal, siendo la mayoría contratos entre 1 y 7 días. Los que son de mayor duración, en su mayoría, son contratos que se encuentran en fraude de ley, es decir, que en vez de ser temporales deberían ser indefinidos; situación que se podría solucionar con el aumento de los presupuestos para la persecución de fraudes laborales por parte de la inspección de trabajo.
- Sumado a esto, vivimos en la región con el índice de incidencia más alto de siniestralidad laboral de todo el estado, no dejando de subir en número los accidentes laborales y las muertes en el trabajo. Esto no deja de ser una muestra más de cómo el terrorismo patronal es algo intrínseco a este sistema, por tanto, debemos trabajar por lograr una seguridad dentro del puesto de trabajo, teniendo en cuenta que los accidentes laborales también son consecuencia del desgaste físico y psicológico que sufre la clase trabajadora después de jornadas incansables de trabajo, donde nuestras capacidades se ven mermadas; por todo ello, caminar hacia la reducción de las jornadas laborales acorde con el desarrollo de las capacidades productivas y las condiciones de peligrosidad de las funciones desempeñadas, debe ser fundamental para nuestra salud laboral.
Toda esta situación en la región nos conduce a un panorama en el cual la juventud castellanomanchega de clase obrera se ve abocada con frecuencia a emigrar a otros lugares del Estado e incluso fuera de España para intentar optar a una vida mínimamente digna.
No podemos relegar la consecución de nuestra vida digna a una supuesta autorregulación del mercado laboral y que este nos pueda ofrecer un puesto de trabajo que nos brinde dichas condiciones. Se ha demostrado que el mercado laboral lo único que tiene para ofrecernos son trabajos temporales e inestables; donde la concatenación de contratos temporales y a tiempo parcial es la única realidad palpable que tenemos; donde la sindicación, la organización dentro del centro de trabajo, se vuelve una tarea altamente dificultosa y, por ende, la lucha por la consecución de unas condiciones dignas, también, pero sabemos que esto es tarea fundamental para enfrentarnos a todas las condiciones materiales que nos impiden tener un futuro digno.
Cuando la precariedad apremia, el trabajo colectivo en nuestro centro de trabajo debe de hacerse más patente que nunca; tejiendo lazos firmes entre la plantilla conseguiremos combatir y enfrentarnos a la precariedad que nos condena, convirtiendo esto en nuestra fuerza para la consecución de una vida más digna.
La Juventud Comunista luchamos porque como clase obrera, recibamos el total del fruto de nuestro trabajo y poder optar a verdaderas oportunidades de vida dignas en Castilla – La Mancha. Queremos a una juventud que no tenga que elegir entre la precariedad o el exilio, y para ello el camino es y será siempre, la organización.