El pasado día 15 de abril, patronal y sindicatos llegaban a un acuerdo para aprobar un ERTE a la totalidad de la plantilla de las plantas de Renault en Palencia y Valladolid. Desde el pasado 14 de abril hasta el 30 de septiembre las plantas permanecerán cerradas y los empleados percibirán el 85% de su salario. Desde la Juventud Comunista mostramos nuestro rechazo frontal a esta medida, que muestra una vez más cómo los grandes perdedores de esta nueva crisis somos, como siempre, la clase trabajadora.
La parálisis en la movilidad derivada de la pandemia, en especial la correspondiente al vehículo privado, instó a las compañías automovilísticas como el grupo Renault a suspender sus pedidos de microchips a los proveedores internacionales de componentes electrónicos y estos transformaron su producción para colocar estos semiconductores otros artículos tecnológicos (tablets, móviles, ordenadores…).
A finales de 2020 las compañías automovilísticas vieron que sus previsiones de contracción del mercado estaban sobreestimadas, y la demanda de vehículos aumentó en el último trimestre. Por tanto, necesitaban apretar la producción para cumplir con todas sus ventas potenciales. Sin embargo, los proveedores de microchips ya tenían comprometidas para entonces su producción y sus existencias con la industria electrónica de consumo y comenzaron a denegar a las compañías automovilísticas la reanudación de sus compromisos previos. Debido a la difícil conversión de la producción en industrias de alta tecnología, se estima que las restricciones de suministro de la industria de semiconductores se retirarán solo parcialmente en la segunda mitad de 2021, y que habrá cierta rigidez en la vanguardia tecnológica (informática, chips 5G) que se extenderá hasta 2022.
Como se ha explicado, el cese de actividad de la empresa se ampara en el argumento de la baja productividad debida a la escasez de materias primas. Aunque los sindicatos reconocen que esto no es culpa de los trabajadores, eso no les ha impedido firmar el acuerdo. Este infame pacto es la declaración más evidente de cómo los ERTE están sirviendo a los intereses de los grandes empresarios, que tienen la posibilidad de socializar las pérdidas de sus empresas a través de este mecanismo. Si cuando la empresa tiene beneficios, estos no se reparten entre los trabajadores, ¿Por qué cuando tiene pérdidas tenemos que pagarlas nosotros?
Durante las últimas décadas Renault ha obtenido multimillonarios beneficios gracias a la extracción de plusvalía de miles de trabajadores, incluidos los de la planta de Valladolid y Palencia, que veían en sus nóminas cifras infinitamente inferiores al valor de lo generado mientras los directivos de la multinacional repartieron más de 3.451 millones de euros en beneficios a los accionistas a principios de 2020.
A lo largo de esta pandemia hemos podido comprobar cómo grandes empresarios aprovechaban la crisis para aumentar sus beneficios. En este conflicto comprobamos la escasa capacidad e intención de los sindicatos para cambiar la situación. Por estos motivos, desde la Juventud Comunista llamamos a la organización de los trabajadores en los centros de trabajo. Porque mientras la Junta de Castilla y León concede la medalla de oro a De los Mozos (director de Renault), es su empresa la que está robando la comida del plato a los trabajadores castellanos y leoneses que verán su sueldo reducido durante los próximos meses mientras los beneficios de la empresa permanecen intactos. La Junta, el Estado y distintas administraciones buscan satisfacer así a multinacionales que periódicamente amenazan con deslocalizar la producción, demostrando así la sumisión del poder institucional al económico, que busca mantener a toda costa los miles de empleos en una comunidad sin tejido industrial relegada a ser despensa y parque temático en el capitalismo español.
Porque los sindicatos son necesarios, pero insuficientes para proteger nuestros intereses, porque para Renault, como para cualquier empresa en el sistema capitalista, los obreros somos mercancía y las ganancias se anteponen a nuestras vidas, pero es de nuestro trabajo de donde sale su riqueza. Por eso es el momento de elevar la lucha a un nuevo nivel. Este es el momento en el que los trabajadores debemos estar más unidos que nunca. Llamamos a la organización diaria, porque no queremos las migajas de un ERTE, no queremos la socialización de las pérdidas pero tampoco la explotación a la que nos somete este sistema.
¡Ni explotación, ni socialización de las pérdidas!
En Castilla y León,
¡Organización comunista en cada centro de trabajo!