La juventud obrera de este país está agotada de ver cómo nuestras vidas se ven condenadas a un futuro y presente de miseria, cómo nuestras condiciones materiales se degradan a ritmos acelerados: aumento de precios de productos de consumo; la cesta de la compra, la luz, la gasolina, el acceso a la vivienda mientras nuestros salarios se mantienen en el mejor de los casos, pierden valor o se fragmentan en el peor… Mientras la burguesía aumenta sus beneficios, abocándonos a un presente de inacción, desafección y desarticulación política, permitiendo así el mantenimiento de su rentabilidad y de todas sus ganancias.
La pauperización, la precarización que estamos viviendo los últimos meses, marcada, en primer lugar por una subida al alza de los precios de bienes básicos de consumo, hasta la vivienda, pasando por la luz, la gasolina… Estos no son hechos aislados fruto de devenires casuales, si no uno de los síntomas del desbalance entre la necesidad de la burguesía de mantener la ganancia capitalista, a la par que esta se estanca por su propia naturaleza tendente a la sobreacumulacion sin poder revalorizarse. La expansión capitalista y la crisis crónica a las que nos aboca es la causante directa de nuestra precariedad y condena más absoluta.
Y es que, lo reiteramos, nos condenan a una vida de miseria, ya no solo en nuestras condiciones materiales más directas donde día tras día vemos cómo la carga, las consecuencias implícitas de los beneficios de la burguesía son pagadas por la clase trabajadora. Si no que a esto se une una desvalorización progresiva de nuestra fuerza de trabajo, cristalizada en la degradación de los salarios que percibe la clase trabajadora, salarios que a pesar de las fórmulas socialdemócratas son incapaces de mantener el poder adquisitivo de la clase trabajadora a la par que las demandas capitalistas.
Todo ello desemboca en una sentencia para nuestra clase, viendo diariamente cómo el valor de nuestra fuerza de trabajo pasa a manos del capital más y más. Todo ello, para asegurar sus beneficios a toda costa y mantener la rentabilidad a cuenta de nuestra más absoluta precariedad y frustración en no ver salida en el escenario que nos ofrecen.
Su condena se hace más patente en la degradación de nuestras condiciones materiales más inmediatas, a la par que vemos mermadas nuestras fuerzas por los intentos de individualización y culpabilización en los que la juventud obrera nos vemos señaladas constantemente desde los medios propagandísticos de la burguesía, inyectandonos un discurso que solo busca la fragmentación de nuestra clase ante el escenario de precariedad que nos dejan, apelando al conformismo y a la inacción para continuar con un proceso de precarización y pauperización de nuestra clase con la máxima de asegurar la rentabilidad de sus ganancias a costa de nuestra miseria.
Como Juventud Comunista tenemos claro que la juventud obrera no puede seguir callada e impasible ante el escenario de miseria que nos dejan. Nuestras vidas se consumen a medida que aumentan los precios y se deterioran nuestras condiciones, nos condenan a un futuro y un presente de miseria, ofreciéndonos el conformismo como única salida. La juventud trabajadora debemos hacerles frentes, pasar a la acción, porque nos negamos a seguir soportando estas cargas, a seguir pagando las consecuencias de estas crisis con nuestra frustración día a día, mientras nos intentan dejar de salida la juventud solo tiene una opción: plantar cara.
Nos condenan, y por eso debemos dar una respuesta organizada y acorde a los ataques y las degradaciones que sufrimos constantemente por el capital. Plantar cara para canalizar la rabia de nuestra clase, organizarla e instruir para acabar con su sistema y no permitir que sus beneficios sigan inflándose mientras nos condenan a una vida de miseria.
¡Nos condenan a una vida de miseria!
¡Planta cara!