Otro verano más España se convierte en la playa de Europa. Año tras año vemos cómo el número de turistas que pasan la temporada de verano en nuestro país aumenta y, mientras los medios de comunicación al servicio de la oligarquía lo anuncian como cifras que deben servir de orgullo, la realidad es que para la clase trabajadora sólo representan la continuación de un modelo económico completamente dependiente del extranjero que solo nos condena a más precariedad, más temporalidad y en general peores condiciones de trabajo.
El papel de España como país periférico de la UE, nos obliga a asumir siempre un papel de destino turístico de sol y playa que, por las condiciones laborales del sector, obliga a miles de jóvenes a asumir trabajos donde la temporalidad, las jornadas laborales infinitas y las horas extra no remuneradas están a la orden del día.
Además del modelo de precariedad inherente al turismo, éste tiene además otras consecuencias en la vida de la juventud:
Este modelo de turistificación no es sostenible ecológicamente: casos continuados de violación de la ley de costas, el brutal consumo de combustibles que conllevan los desplazamientos de los millones de turistas sumado al transporte de la población del interior hacia las costas en periodos de vacaciones o el recibimiento en nuestras costas y puertos de cientos de cruceros, que han provocado protestas a este respecto estas semanas en Palma de Mallorca, suponen la degradación cada vez mayor de nuestro medio.
El alza de los alquileres en las grandes ciudades por el alquiler turístico, que viola el derecho fundamental a la vivienda porque ésta deja de ser un derecho y pasa a ser una mercancía al servicio de los grandes poseedores de vivienda y de plataformas de alquiler que se lucran a costa de las antiguas vecinas que son expulsadas de sus barrios.
Estas zonas dejan de ser habitables para los residentes y se convierten en zonas turistificadas donde no solo los precios del alquiler sino también los del comercio están subiendo cada vez más y que, junto a la masificación de estas zonas, impiden el desarrollo de una vida digna en nuestras ciudades, pueblos y barrios.
Por último, este modelo de turismo viene ligado al de un modelo de ocio basado en las fiestas masificadas donde el único papel de la juventud es el del consumo de ocio vinculado al alcohol, y donde además se generan espacios en los que se multiplican las agresiones machistas. Estas agresiones no solo nos afectan como mujeres que quieren disfrutar del ocio de forma segura, si no también como trabajadoras pues nuestros cuerpos se acaban convirtiendo en objeto de reclamo en discotecas o bares.
Estos espacios que acaban generándose no están pensados para que nosotras podamos disfrutarlos, sino para que seamos objeto de consumo: tramos oscuros e inseguros, masificaciones, baños en condiciones insalubres, etc. Nos expulsan del espacio público.
Por todo ello la Juventud Comunista denunciamos este modelo turístico que condena a la clase trabajadora a la precariedad, al conjunto de nuestro país a una posición subordinada al capital extranjero y a las mujeres a sufrir las violencias del patriarcado.
¡A costa de nuestro trabajo y nuestras playas su diversión y sus beneficios!
¡Por unos espacios de ocio y trabajo saludables y seguros para nosotras!