El pasado mes de enero sucedía en Wall Street un fenómeno raro. Los amantes de la desregulación, pedían regulación porque se habían infringido las normas. Las acciones de GameStop, una empresa que comercializa y distribuye videojuegos y tecnología físicamente, estaban a 19,95 dólares el día 12 de enero de 2021. Sólo 15 días después, el 27 de enero de 2021, las acciones alcanzaron su máximo histórico con un valor de 347,51 dólares por título. El aumento del valor de la compañía tenía una única explicación: un pacto entre unos pocos inversores que pujaron simultáneamente por la empresa y empujaron el precio al alza. La burbuja que crearon pinchó apenas cuatro días después del máximo, bajando a 90 dólares la acción, aunque a día de hoy aún siguen existiendo pequeños momentos de subidas y bajadas rápidas del precio.
Lo interesante del caso de GameStop es que una empresa fundada en 1987, que había sufrido diversas transformaciones empresariales y que hoy día se dedica a la venta física frente al empuje del sector digital en el mercado del videojuego, consiguió, por unos días, poner en jaque a las empresas de Wall Street ante un movimiento coordinado en la red social Reddit.
El movimiento de pequeños inversores, al menos así se reflejó en prensa, puso contra las cuerdas al gran “capital financiero”. Robin Hood estaba por allí, disfrazado de Batman, combatiendo a los malos para ¿salvar a los buenos?
Los mercados financieros
De acuerdo con la teoría convencional, el precio de una acción viene a ser el precio que los inversores estiman que tiene dicha compañía. Su valor monetario. Sin embargo, hay bastantes formas de interpretar qué es el valor de una empresa (la suma de sus inversiones, el valor de sus futuros dividendos, las posibilidades de generación de riqueza dentro de un sector…).
Pero, al mismo tiempo, la bolsa -y los mercados financieros- son también una forma de financiar la actividad de las empresas. La compra de acciones es una forma que tiene una empresa de obtener financiación para acometer inversiones. Este tipo de financiación, vía acciones, es la denominada financiación propia (dado que los propietarios de la financiación son los mismos que los de la empresa). Si la empresa recurriese a los bancos para pedir prestado, dicha financiación sería ajena, porque quien presta no posee la empresa, simplemente espera recibir lo que prestó y un extra en forma de interés, sin importarle la marcha de la empresa.
Esto, lógicamente, es así en los mundos de la perfección teórica más elemental. Donde no existen desequilibrios de poder ni de información. Unos prestan, otros invierten y con las rentabilidades de las inversiones devuelven los préstamos (o pagan los dividendos en el caso de la financiación propia).
Sin embargo, la realidad dista de ser así de “simple” dado que la obtención del beneficio de los financiadores no es tan sencilla, tan evidente, tan directa. Por ejemplo, imaginemos que un accionista (un financiador propio) tiene interés en que la empresa reparta dividendos, sí, pero que también tiene -y en mayor proporción- acciones de una empresa rival. Además, dicho inversor maneja un volumen suficiente de acciones como para poder emitir señales (si vende, bajan las acciones y el resto de inversores pueden pensar que la empresa no es tan viable; que no va a dar esa futura riqueza que esperan tener). De este modo, el inversor puede tener incentivos suficientes para vender acciones de una empresa con el simple objetivo de conseguir poner en mejor situación a la empresa rival, de la que también posee acciones.
Es famoso el caso del chantaje al Banco de Inglaterra hecho por George Soros en 1992. El inversor George Soros comenzó a acumular libras esterlinas presumiendo una caída de la libra, en forma de préstamos. El miércoles 16 de septiembre de ese año, anunció que la libra esterlina caería y, simultáneamente, dio orden de deshacerse de todas esas libras prestadas, vendiendolas por marcos. Rápidamente, el mercado vio cómo la profecía de Soros se cumplía: la libra estaba cayendo (en buena parte, porque Soros estaba vendiendo, emitiendo esas señales). Con el precio de la libra por los suelos, recompró las libras y devolvió el préstamo que había adquirido, pero a un coste mucho menor. En un sólo día, ganó más de mil millones de dólares y obligó al Banco de Inglaterra a hacer importantes ajustes monetarios y abandonar el sistema de flotación controlada.
Funcionamiento de los mercados financieros (agentes y tipos de operaciones)
El ejemplo de Soros es paradigmático, pero no es excepcional. Cada día, miles de millones de dólares se mueven de un sitio a otro con la simple intención de influir en determinados precios, sin mayor pretensión de producción o de ayuda a la financiación directa de las empresas.
Buena parte de los movimientos bursátiles están provocados por una combinación de instrumentos financieros y comportamientos inversores.
Un instrumento financiero no es más que un contrato que tiene un valor en el tiempo. Una acción hoy no vale lo mismo que una acción mañana, para el que la compra es un activo y para el que la vende, un pasivo (una forma de financiarse, en el caso de la empresa). Sin embargo, las acciones son las formas más sencillas de instrumentos financieros, existiendo otras más complejas y que van asociadas al comportamiento de un activo que se llama subyacente, este tipo de activos más complejos son los derivados financieros.
Un derivado financiero es un activo cuyo valor no lo determina el propio activo, sino que depende de otro que es el que le da sentido. Por ejemplo, un futuro es un derivado financiero puesto que es un contrato que toma en cuenta el valor de otro activo (una determinada producción de petróleo, por ejemplo) en el futuro. Por eso se denominan así, ya que su valor está puesto en relación con el valor de otro que es el verdaderamente importante, denominado subyacente.
La existencia de los derivados financieros complica más la relación en la bolsa dado que ya no es tan sencillo entender el precio de una acción. Sus fluctuaciones no son simples intuiciones sobre si una determinada empresa crece o no crece, sino que muchas veces cambian simplemente por los comportamientos del “juego” entre derivados financieros.
Por ejemplo, un contrato de futuro sobre el precio del petróleo es un acuerdo entre dos partes, el que posee el petróleo y el que quiere comprar la producción. Ambos se ponen de acuerdo para vender hoy la producción de petróleo de dentro de 10 años. Así, el que vende hoy, puede ganar dinero si la producción del futuro es menor que el precio que obtiene hoy por ella, o simplemente porque con el dinero que obtiene hoy puede hacer inversiones más rentables que esperar 10 años. El que compra hoy la producción de dentro de 10 años, hace dinero en el caso inverso, es decir, cuando la producción valga más que lo que pagó por ella hoy. Pero mientras llegan esos 10 años, ese contrato de futuro puede negociarse, cambiar de manos, repitiéndose la operación una y otra vez. Al fin y al cabo, ninguno de los que intervinieron al principio tenían la producción de petróleo en sus manos, por mucho que uno de ellos fuese el propietario de la explotación. Este contrato de futuro además se puede ir haciendo más y más complejo añadiéndole condiciones y cláusulas que van distorsionando el sentido del contrato de futuro y convirtiéndolo en un valor en sí mismo. Como es el caso de los CDF o contratos por diferencias, que, básicamente, consisten el vendedor pagará al comprador la diferencia entre el valor actual del activo subyacente (que puede ser ese contrato de futuro, que ya estaba realizado sobre un activo subyacente que era el petróleo) cuando expire el contrato.
Pero además de los instrumentos financieros, también tenemos que tomar en cuenta las distintas actuaciones o comportamientos de los inversores. Básicamente discutiremos dos, las posiciones largas y las cortas.
En las posiciones largas, el inversor desea mantener en el tiempo sus activos. Piensa que la rentabilidad constante y a largo plazo del activo es positivo porque espera que, dentro de un tiempo, el activo valga más. Es el caso típico del comprador de acciones que sólo quiere tener dividendos y que cree que en el futuro la empresa valdrá más y, si quiere vender las acciones, lo hará por un valor más alto. En el argot bursátil se les llama toros.
La posición corta es algo más difícil de entender porque es, a priori, contraintuitiva. Un inversor tiene una posición corta cuando cree que el precio del activo (la acción, el derivado financiero, lo que sea), va a caer. Así, generalmente jugará con valores prestados, como Soros. Un inversor de posición corta (u osos, como se les llama en Bolsa) pedirá prestado -por ejemplo, a un banco custodio que posee las acciones- una serie de acciones pagando un alquiler (en el caso de Soros, el interés del préstamo en libras). Colocará esas acciones y, cómo espera que en el corto plazo bajen, las recomprará una vez que bajen y las devolverá al banco custodio, haciéndose con la diferencia entre el precio de venta y el precio de compra menos el interés por alquilarlas.
Como hemos visto, las formas de “esperar” que el precio de mercado baje, son muchas y buena parte de ellas pasan por vender masivamente las acciones para conseguir una suerte de profecía autocumplida (como pasó con Soros).
La financiarización no es la excusa de todo
Como hemos señalado, la distancia entre la teoría de los mercados financieros y la realidad es bastante elevada. Especialmente cuando hay activos sin valor intrínseco (los derivados) cuyo propio valor es el puro negocio entre ellos. Esto dio lugar a que la corriente más adelantada de los economistas socialdemócratas -y, en oleada-, los políticos que se fían de los economistas socialdemócratas encontrasen en estos monstruos financieros el gran enemigo a batir.
La “economía de casino” (sic) se encontraba detrás de la gran crisis de 2007. Todos los elementos estaban dispuestos: de un lado, el agotamiento de la valorización de la economía productiva desde la crisis de 1970, incapaz de remontar los niveles de rentabilidad tras la posguerra de la Segunda Guerra mundial y que obligó al empuje de la economía financiera como válvula de escape para el capital financiero; y de otro, el abandono de las fuerzas progresistas de la teoría marxista y del análisis de la contradicción capital-trabajo como fuerza motora del conflicto social y de los cambios estructurales del sistema capitalista. Así, se confundió la consecuencia con la causa y se centraron los esfuerzos en dotar de un marco regulatorio que evitase los “excesos” (sic) del sistema financiero con toda aquella locura de las hipotecas subprime y los activos vacíos que no eran sino la expresión de un capitalismo agónico de plusvalía.
Así, el capitalismo, que no entiende de buenos y de malos, sino simplemente de captura del excedente, consiguió de la socialdemocracia el sello certificado de malas personas para adjudicárselo a los inversores, particularmente a los bajistas, y descargar cualquier tipo de responsabilidad material (basada en la propiedad de los medios de producción y en la organización social del Estado) para trasladarla a una suerte de responsabilidad moral. Los inversores financieros son el mal. ¡Qué bajeza intelectual ser superados por la Bruja Avería!
Robin Hood strikes back
Y en esas llegó Reddit. Más que Reddit, su foro WallStreetBets. Y más que ese foro, Robin Hood.
La figura mítica inglesa de Robin Hood vino como anillo al dedo de la situación de GameStop. Una pobre empresa desfasada, con un comportamiento en bolsa prácticamente plano, hija de otros tiempos de compra-venta física de “cosas” (videojuegos, merchandising, etc), era atacada por los malos especuladores bursátiles que habían apostado contra ella (es decir, habían tomado posiciones en corto). Entonces, un grupo de pequeños inversores (es decir, gente mala para la socialdemocracia, pero como que, como son pequeños igual que los hosteleros o los dentistas no pasa nada, no son tan malos), decide actuar contra las posiciones en corto y, contra la venta de acciones, empiezan a comprar masivamente acciones de GameStop.
Esto provocó un estrangulamiento de posiciones cortas (o short squeeze). Melvin Capital y Citron Research -inversores, pero grandes: malas personas-, entre otros habían declarado que las acciones de GameStop caerían, y habían empezado a maniobrar para que eso sucediese, como buenos bajistas. Pero la rápida compra por parte de los inversores que se coordinaban en WallStreetBets, en Reddit, impulsó el precio al alza y provocan pérdidas millonarias en los bajistas, ya que ahora tienen unas acciones que no son suyas, que habían colocado esperando a recomprar después y que tiene que recomprar ahora a un precio más elevado del que esperaban hacerlo porque el precio ha subido y no bajado, como querían.
Wall Street se congestiona. Es habitual que haya pequeñas burbujas controladas, oportunidades de negocio que prácticamente se liquidan en un momento. Una ligera desviación para unos es aprovechada por otros y todo vuelve a su equilibrio. Sin embargo, la acción centralizada de un puñado de pequeños inversores puso patas arriba a Wall Street y fue celebrado por buena parte de la socialdemocracia (recuerden, si es Soros, uno pero grande, es malo; pero si son muchos y pequeños, son buenos).
La sonrojante actuación de la socialdemocracia en todo este asunto puede resumirse en el primo pequeño al que le hacen bullying, que llama a su primo mayor y hace bullying sobre los que se metían con su primo y este pequeño les pega una patadita cuando tiene en el suelo a sus agresores, sin pararse a pensar por un momento que está rodeado por abusones objetivos entre su primo y los demás. Y que, además, a su alrededor no ha cambiado absolutamente nada.
Los inversores empezaron a pedir regulación y algo de orden en aquel caos que habían conseguido montar los pequeños inversores de Reddit. Alguien se había colado en su fiesta privada y no estaba comiendo y bebiendo discretamente, no. Se había esnifado toda la cocaína a las primeras de cambio.
La fiesta duró apenas una semana. La burbuja de Reddit pinchó. Y todo volvió a la “normalidad”. O casi.
Mientras la izquierda transformadora (sic) se alegraba de que los malos hubiesen recibido su merecido, Robin Hood dejó de ser una figura mítica que quitaba el dinero a los ricos para dárselo a los pobres y se convirtió en el nombre de la aplicación que realmente estaba detrás de todo el asunto.
RobinHood es el nombre de una empresa de inversión, como Melvin Capital, que sirvió como plataforma para que esos pequeños aprendices de salteadores de caminos empujasen al alza el valor en bolsa de GameStop. Es decir, mientras la izquierda estaba aplaudiendo la acción descentralizada de miles de pececitos pequeños comiéndose al grande, lo que realmente estaba pasando es que esos pececitos estaban trabajando para un pez grande que se estaba lucrando vía intereses (RobinHood permite invertir mediante préstamo o apalancamiento). No debió irle muy mal a RobinHood, dado que consiguió pagar un anuncio en el intermedio de la SuperBowl, uno de los momentos publicitarios más caros de Estados Unidos.
Esa es la gran historia de venganza entre pequeños y grandes, David y Goliat, el pueblo contra los malvados inversores financieros: Unas empresas de inversión frente a otras en una ventana de oportunidad de beneficio. Simple y llanamente fue eso. Porque si algo tiene de razón la socialdemocracia, es que la economía financiera es un casino. Y sí, siempre gana la banca.