A día de hoy, el consumo de carne se ha convertido en un problema, no por temas de moralidad, aunque para una parte de la población sí lo sea; sino que el problema viene dado por las ingentes cantidades de carne que se consumen provocando esto innumerables problemas de salud tanto para los seres humanos como para el planeta.
Este consumo desmedido viene dado por la propia lógica del sistema capitalista que nos incita al consumo de productos que no son realmente necesarios para el desarrollo de nuestra vida, a través de la propaganda burguesa. Durante el siglo XX, se ha ido incrementando progresivamente el consumo de carne, que antaño se consideró un lujo, en tanto que el capitalismo se ha ido recrudeciendo y ha ido introduciendo la producción de carne dentro de su lógica de la explotación de recursos sin control alguno para el beneficio de la burguesía.
Para dar abasto al mercado mundial de la carne se comenzaron a desarrollar las macrogranjas o ganadería intensiva, lo cual conlleva, por un lado, contaminación de acuíferos y terrenos, dado que la concentración de una tasa alta de purines hace que su tratamiento sea muy complejo, ya que el gran componente acuoso de los mismos hace que parte no se incorpore a los suelos sino que se filtren a las aguas subterráneas y las contamine hasta inutilizarse para el uso humano.
Por supuesto también hay que tener en cuenta las emisiones de efecto invernadero muy concentradas que conlleva, así como el perjuicio que provocan los cultivos agresivos para alimentar al ganado y producir piensos debido al daño que producen en el suelo y por la deforestación que se requiere para ello, como es el ejemplo de los cultivos masivos de piensos vinculados a la deforestación; también la ineficacia de los antibióticos que sufren las reses al ser tan usados en la industria ha dado lugar a superbacterias resistentes a la mayoría, sufriendo sus perjuicios la población queconsume dicha carne.
Por otro lado, la ganadería industrial es un modelo altamente mecanizado que necesita escaso número de trabajadoras, siendo las condiciones de este trabajo, cuando se da, de absoluta precariedad. Es un modelo que no solo empeora la calidad medioambiental de la zona, sino que tiene graves perjuicios en la economía local, así como en los modos de vida de la población donde se ubica. Además, no debemos olvidar el trato aberrante que los animales sufren en estos centros, tratándoselos como meros objetos de consumo.
Desde el XV Congreso de la Juventud Comunista llamamos a la lucha contra las consecuencias ecológicas de las macrogranjas y la deforestación, entendiendo que es necesario abolir el capitalismo y profundizar en la transición al Socialismo para permitir que todas estas problemáticas sean verdaderamente resueltas. Las comunistas apostamos por un modelo económico planificado, que ponga cabeza y control sobre la producción, que racionalice el consumo y que no dependa de los intereses de la oligarquía. Un modelo que permita el retorno al medio rural y que evite que la gente joven tenga que emigrar a las ciudades, que colapsan en cuanto a contaminación, vivienda o movilidad, mientras que los pueblos están cada vez más vacíos.