Desde que se anunció la candidatura del municipio conquense de Villar de Cañas como sede del futuro ATC (Almacén Temporal Centralizado, o “cementerio nuclear”), allá por 2010, la gente de la comarca se puso en marcha para mostrar su rechazo a la instalación. Un total de 49 organizaciones componen hoy la Plataforma Contra el Cementerio Nuclear, la UJCE entre ellas desde el primer momento.
Sin embargo, el hito que ha marcado la lucha, como no podía ser de otra forma, fue la designación definitiva de Villar de Cañas como municipio donde se iba a construir, el 30 de diciembre de 2011, en el primer Consejo de Ministros del recién elegido gobierno del PP, presidido por Mariano Rajoy. Tras casi dos años de andadura, era el momento de recrudecer la lucha, sobre todo teniendo en cuenta que, desde ese momento, muchas de las plataformas creadas en el resto de municipios candidatos cesaron la suya.
La de Villar de Cañas siempre tuvo claro que no se trataba de una cuestión territorial. La fuerte presencia ecologista sirve para que prevalezca la conciencia antinuclear, la idea de que el modelo energético basado en el combustible fósil y las nucleares no es sostenible ni siquiera eficiente y hay que cambiarlo. La apuesta por las energías renovables es clara. Por ello, una de las máximas siempre presentes fue “ni en tu pueblo ni en el mío”.
El otro gran pilar de la movilización es la falta de consenso en la zona. Cuando el gobierno del PSOE planteó la necesidad de construir una instalación como esta, estableció como criterio que debía haber consenso institucional y territorial. Sin embargo, muchos de los ayuntamientos de la zona se opusieron desde el anuncio de la candidatura y de hecho forman parte de la Plataforma. La falta de consenso social la han puesto de manifiesto las movilizaciones: la marcha desde Casalonga a Villar de Cañas que se celebra anualmente desde 2010; la concentración en Cuenca cada 30 de diciembre, este año en forma de villancicos radiactivos casi celebrando la cercana victoria; en la memoria de todas y todos quedarán las más de 5.000 personas que nos juntamos en febrero de 2012 en la propia Villar de Cañas, que apenas tiene 500 habitantes, o la multitudinaria manifestación en Cuenca en octubre de ese año. La pancarta contra el ATC ha estado presente en todas las grandes movilizaciones del ciclo y ha viajado por toda la Mancha. En Madrid también se ha visto en Las Marchas de la Dignidad y a las puertas del Consejo de Seguridad Nuclear. Las pegatinas que han saturado estos años las farolas de Cuenca, chapas, etc. han estado presentes en todo tipo de actos. Hasta en el Congreso de los Diputados, de la mano de Cayo Lara y de otros grupos políticos, y en el Parlamento Europeo con Willy Meyer, Javier Couso o Marina Albiol. Y es que una decisión tan importante, que afecta a tanta gente, no se podía dejar en manos de un simple Ayuntamiento.
Estaba en riesgo todo el modelo de desarrollo rural y sostenible de la comarca, sus denominaciones de origen, su turismo rural. Y todo por el empeño de una secretaria de Ayuntamiento que fue llevando la idea de localidad en localidad hasta que coló en una. En un oscuro Pleno donde presentar la candidatura ¡no iba ni en el orden del día! A partir de ahí comenzaba la trama. Porque cuando fue seleccionada, Villar de Cañas había quedado cuarta en los estudios previos. Así que fue a todas luces una decisión política vinculada a María Dolores de Cospedal.
Lo que vino después fue simplemente la falta de un proyecto, los innumerables problemas con los terrenos seleccionados. La compra de los mismos antes de saber si eran aptos. La inversión en carreteras sin adjudicar nunca la obra principal, el propio ATC. La incertidumbre de no saber si los residuos llegarían por tren o por carretera… Informe geológico negativo tras informe geológico negativo, cada vez estaba más lejos la construcción del Cementerio Nuclear. Una de las últimas denuncias ha sido la pretensión de adjudicar la obra a sabiendas de que era inviable para luego tener que indemnizar a las constructoras adjudicatarias. Empresas en las que siempre estaba presente el tándem Florentino Pérez-Ignacio López del Hierro, a la sazón marido de Cospedal, junto al presidente provincial de la CEOE en Cuenca, Abraham Sarrión. Contar con un hombre fuerte como Gil Ortega, ex-alcalde “popular” de Ciudad Real, al frente de la empresa pública ENRESA, encargada de gestionar el proyecto, era fundamental.
Mientras tanto, cada central nuclear del país iba construyendo (o iniciando el trámite para construir) su propio ATI (almacén temporal individualizado), haciendo innecesaria la construcción de uno centralizado. El último golpe se lo ha dado la ampliación de la Zona Protegida ZEPA-ZEC de la Laguna de “El Hito”, reivindicación ecologista clásica, que incluía precisamente los terrenos seleccionados para el Cementerio Nuclear. Pero el proyecto no tiene ni Declaración de Impacto Ambiental, ni permisos de emplazamiento, construcción ni funcionamiento. El proyecto está acabado aunque el Ministerio de Industria no haya desistido aún. La victoria es más cierta y más tangible que nunca.
Para la UJCE, en la mochila queda una experiencia de lucha unitaria que ha trascendido todos los ámbitos. La experiencia de una Plataforma antes de que existieran las plataformas por lo público. El aprendizaje indispensable en materia de ecología. Ahora sabemos bien que, para plantear un modelo de gestión de residuos radiactivos como es la construcción de un ATC, quizás convenga primero cerrar las nucleares y saber cuántos residuos habrá que gestionar. Además, conviene que se decida de forma participada, dado que los residuos van a tener una vida mucho mayor de la que vaya a tener cualquier municipio o cualquier estado. Queda también el contacto y la lucha codo con codo con Ecologistas en Acción, con las y los productores agrícolas de la comarca y con mucha gente que se ha movilizado por este asunto.
Por ello, a sabiendas de la cercana victoria, y a pesar de que en este mes de febrero ENRESA ha seguido contratando obras para este proyecto paralizado, de cara a nuestro XIII Congreso, desde la UJCE gritamos con más fuerza que nunca:
¡EL ATC NO SE PONE, NI EN TU PUEBLO NI EN EL MÍO!