En las aulas, no sólo vivimos un continuo ataque a la educación pública con el consiguiente secuestro de nuestros derechos sino que, además, como mujeres, sufrimos una doble discriminación por nuestro género, que repercute a nuestra libertad individual y colectiva.
SIN FEMINISMO EN LAS AULAS, NO HAY EDUCACIÓN
Desde que entramos en la escuela infantil, sufrimos ataques machistas dentro de las aulas que nos enseñan a no percibir y asumir como naturales, situaciones que asumimos como lógicas, que normalizamos. Nos dicen qué nos tiene que gustar según nuestro sexo, a lo que tenemos que jugar, nos proponen hacer equipos de chicos contra chicas… En numerosas ocasiones los centros nos orientan hacia itinerarios y profesiones adscritas tradicionalmente a lo que se entiende como femenino. Porque en la Formación Profesional hay una media de casi el 90% de mujeres matriculadas en cursos de textil y confección, y que no llega al 5% en electricidad. Porque sabemos que esto no es una casualidad: son roles impuestos.
En las aulas, no sólo vivimos un continuo ataque a la educación pública con el consiguiente secuestro de nuestros derechos sino que, además, como mujeres, sufrimos una doble discriminación por nuestro género, que repercute a nuestra libertad individual y colectiva. Imagínate entonces ser mujer, negra y lesbiana.
No debemos consentir ningún tipo de discriminación en nuestros centros de estudio, que entendemos que deben ser un espacio público y de todas, donde poder crecer como personas y no ser tratadas de diferente manera por nuestro género.
Apostamos por denunciar cualquier comportamiento que ponga en riesgo nuestra libertad, nuestros derechos y de esa forma, reivindicamos nuestro derecho a ser mujeres libres dentro de las aulas, y no consentiremos la vejación, insulto o discriminación hacia nuestras compañeras por ser mujeres, por parte de compañeros o profesores, que ejercen su poder y abusan de éste contra nosotras, que vemos día tras día cómo se nos menosprecia, se nos ridiculiza, se nos insulta o se nos excluye.
Debemos dar la voz de alarma ante esta situación, denunciar y proponer: queremos una educación feminista, entendiendo esto como la única forma de sentar las bases de una sociedad que no nos discrimine a las mujeres, en ninguno de sus ámbitos, por el mero hecho de serlo. Llamamos a la concienciación, pero también a la acción pública e institucional, para frenar esta lacra que afecta a cerca de más de la mitad de la población. La realidad de tener unos salarios sistemáticamente inferiores en el mundo laboral está sustentada sobre una base de discriminación que se apoya culturalmente por la persistencia de situaciones como la brecha de género existente a la hora de acceder a diferentes responsabilidades en cualquier institución o empresa, donde las mujeres estamos totalmente invisibilizadas, u otras imposiciones culturales que evidencian la desigualdad existente, como el acoso presente en ocasiones en las aulas, que hacen de ellas un espacio hostil y menos seguro. Porque sólo una mujer es Rectora de las 50 universidades públicas del Estado Español, porque hay una mujer por cada 4 hombres que ocupan Cátedra.
Sabemos que las aulas son el principio y base fundamental de la educación. Allí es donde nos formamos y se nos inculcan las ideas que posteriormente conforman en gran medida nuestro pensamiento. Reclamamos una educación feminista en la que se tengan en cuenta la existencia de este tipo de violencias con la intención de eliminarlas y conseguir unas bases fomentadas en la justicia, la equidad y la dignidad.
Porque sin feminismo en las aulas, no hay educación.
Por unas aulas en igualdad para un mundo en igualdad.