Este Día Internacional de la Clase Trabajadora, la juventud obrera seguimos siendo testigos de cómo, una vez más, las consecuencias económicas de las crisis recaen sobre nuestros hombros frente a la protección de los beneficios privados por parte del Estado. La lógica de explotación del capital antepone estos beneficios a nuestra salud y nuestras vidas, tal y como muestran las trágicas cifras de muertos y numerosos accidentes laborales. Una vez más, queda demostrado que en este sistema el Estado defiende los derechos de la burguesía frente a los de la clase obrera dejando patente de nuevo el antagonismo de clase que se produce. Es por ello que la lucha por la emancipación frente a la explotación capitalista sigue igual de vigente.
Desde hace meses asistimos a un escenario en el que el precio de la vida no deja de subir y somos la clase obrera la que más sufre sus consecuencias; se multiplica el precio de la luz y el gas, los alimentos básicos por las nubes, el precio de los carburantes sigue al alza… La lucha de clases se desarrolla en todas las circunstancias de la vida y la escalada de precios no es algo ajeno a ella, pero no solo en esta subida desmedida de costes se han evidenciado los límites del capitalismo. La falta de abastecimiento de determinados productos en diferentes ciudades pone de manifiesto que dentro de la anarquía productiva capitalista cualquier capricho incontrolado puede poner en jaque algo tan importante como la cadena de valorización del capital.
Por si fuera poco encima tenemos que aguantar cómo medios de comunicación, representantes públicos y diferentes personalidades nos escupen a la cara pidiéndonos un esfuerzo para paliar los estragos de esta situación. Nos han pedido que no pongamos la calefacción, que nos duchemos con agua fría, que nos desplacemos menos o que no consumamos según qué productos sin siquiera tener en cuenta que estas circunstancias ya se daban pero no por elección sino porque de forma efectiva millones de personas llevan tiempo sin poder hacer frente a estos gastos. Pero este movimiento no es nada nuevo, crisis tras crisis la propaganda capitalista nos hace sentirnos culpables y cada vez de una forma más miserable, en 2008 se nos planteó que la crisis era nuestra culpa por vivir por encima de nuestras posibilidades y ahora los precios suben debido a nuestro consumo.
Por si fuera poco nos hemos encontrado de la noche a la mañana con una situación de guerra imperialista dentro de las fronteras del continente europeo. Una guerra totalmente ajena a los intereses de la clase trabajadora en general, y de los de las regiones en pugna en particular, cuya única finalidad es determinar cuál de los polos en disputa obtiene la hegemonía y la posición estratégica que representa el este ucraniano. Como no podía ser de otra manera seremos nuestra clase la que paga las consecuencias del desastre, poniendo los muertos y siendo la más damnificada por las consecuencias económicas que un desastre de tal calibre conlleva.
No contentos, además, con meternos en una guerra que solo sirve a los intereses de los polos en disputa de la OTAN, los EEUU y Rusia los medios de comunicación ponen en marcha de nuevo su maquinaria propagandística para justificar los procesos naturales del sistema económico capitalista a través de la guerra. Aprovechando como carroñeros el conflicto bélico justifican la inflación y el relativo desabastecimiento como consecuencia de la guerra cuando verdaderamente son procesos que ya venían dándose tiempo atrás.
Como Juventud Comunista tenemos claro que la juventud obrera no puede seguir callada e impasible ante el escenario de miseria que nos dejan. Debemos dar una respuesta organizada y acorde a los ataques que sufrimos constantemente por el capital. La lucha por la recuperación del programa comunista debe tener siempre como objetivo canalizar la rabia de nuestra clase, organizarla e instruirla para acabar con su sistema y sus guerras para no permitir que sus beneficios sigan inflándose a costa de nuestra miseria.