Desde hace meses asistimos a un escenario en el que el coste de la vida no deja de subir: el precio de la luz, carburantes, los alimentos y productos básicos por las nubes … a la vez que suben las muertes y los accidentes laborales, demostrando que somos la clase obrera la que más sufre las consecuencias de las crisis capitalistas. Mientras vemos cómo otros se enriquecen y aseguran sus beneficios a toda costa, nosotras solo cosechamos precariedad y miseria.
La juventud obrera seguimos siendo testigos de cómo, una vez más, las consecuencias económicas de las crisis recaen sobre nuestros hombros frente a la protección de los beneficios privados por parte del Estado. La lógica de explotación del capital antepone estos beneficios a nuestra salud y nuestras vidas, tal y como muestran las trágicas cifras de muertos y numerosos accidentes laborales. Una vez más, queda demostrado que en este sistema el Estado defiende los derechos de la burguesía frente a los de la clase obrera dejando patente de nuevo el antagonismo de clase que se produce. Es por ello que la lucha por la emancipación frente a la explotación capitalista sigue igual de vigente.
Por si fuera poco encima tenemos que aguantar cómo medios de comunicación, representantes públicos y diferentes personalidades nos escupen a la cara pidiéndonos un esfuerzo para paliar los estragos de esta situación. Nos han pedido que no pongamos la calefacción, que nos duchemos con agua fría, que nos desplacemos menos o que no consumamos según qué productos sin siquiera tener en cuenta que estas circunstancias ya se daban pero no por elección sino porque de forma efectiva millones de personas llevan tiempo sin poder hacer frente a estos gastos. Pero este movimiento no es nada nuevo, crisis tras crisis la propaganda capitalista nos señala como culpables y cada vez de una forma más miserable, en 2008 se nos planteó que la crisis era nuestra culpa por vivir por encima de nuestras posibilidades y ahora los precios suben debido a nuestro consumo.
Además asistimos a nuevas oleadas de blanqueamiento por parte de los grandes empresarios y cargos políticos representantes de la burguesía en los que se achaca de nuestro empobrecimiento a cuestiones como el cambio climático o la guerra, envolviendo sus argumentos en un aire de inevitabilidad que solo tiene como objetivo alentar la resignación y la inacción de nuestra clase.
Toda esta individualización del problema, este blanqueamiento, tiene como fin evitar exponer la causa de fondo que ha generado la situación: la necesidad de la burguesía de parapetar sus beneficios, y hacerlo una vez más a costa de la clase trabajadora. Mientras, alargan la mano con propuestas reformistas en falso que desde su mismo planteamiento están heridas de muerte ante el agotamiento histórico del proyecto socialdemócrata del Estado del Bienestar, cuyo discurso todavía enarbolan. La realidad es que el desarrollo actual de las fuerzas productivas y la ingente pugna entre los distintos polos imperialistas solo dejan libre el único camino de la rapiña imperialista para el aseguramiento de las grandes ganancias oligárquicas. Ya no se pueden permitir siquiera repartir migajas.
Como Juventud Comunista tenemos claro que la juventud obrera no puede seguir callada e impasible ante el escenario de miseria que nos dejan. Debemos dar una respuesta organizada y acorde a los ataques que sufrimos constantemente por el capital. La lucha por la recuperación del programa comunista debe tener siempre como objetivo canalizar la rabia de nuestra clase, organizarla e instruirla para acabar con su sistema y sus guerras y no permitir que sus beneficios sigan inflándose a costa de nuestra miseria.