1. Trump vuelve con fuerza
Es un hecho objetivo que la elección de presidente de los Estados Unidos siempre acapara mayor atención internacional que la del resto de países; la condición de principal potencia imperialista que ostenta como sede de importantes monopolios en múltiples ramas de la industria y los servicios, la posición destacada que tiene el capital financiero estadounidense a nivel mundial o su indiscutible fuerza militar lleva a que los acontecimientos que suceden en el país norteamericano tengan inmediatas implicaciones en el resto del mundo. Y, si en este caso, lo que sucede es la reelección de un personaje tan grotesco como Donald Trump, el debate mundial en torno a su figura está garantizado desde el primer minuto o, como ha ocurrido, incluso antes de su nombramiento.
En efecto, ya desde antes de asumir la presidencia, Trump ha ido allanando el terreno con diversas declaraciones sobre qué papel deben jugar, a su juicio, los Estados Unidos en el mundo… O, mejor dicho, cómo el resto del mundo debe reorganizarse a juicio de los Estados Unidos.
Así, el presidente estadounidense ha manifestado su intención de hacerse con Groenlandia, retomar el control del Canal de Panamá, anexionar Canadá como el Estado 51º, designar a los cárteles mexicanos del narcotráfico como “organizaciones terroristas extranjeras” (FTO) o renombrar el Golfo de México como “Golfo de América”. Además, una de sus primeras medidas al frente de la Casa Blanca ha sido volver a incluir a Cuba en la discrecional lista de Estados patrocinadores del terrorismo y amenazar a Colombia con una brutal subida de aranceles si no aceptaba la deportación de migrantes a su territorio, un recurso del que parece que va a echar mano con bastante frecuencia. Más recientemente, el presidente norteamericano ha anunciado su acuerdo con Netanyahu para efectuar una limpieza étnica en Gaza y el establecimiento de negociaciones de paz con Rusia para poner fin a la guerra de Ucrania… pero sin Ucrania.
Al margen de las atrabiliarias maneras de Trump, merece la pena pararse a analizar cuáles son los motivos por los que el presidente estadounidense ha centrado su interés en esos puntos del planeta.
2. ¿Qué hay detrás de las declaraciones de Trump?
Comencemos, pues, por una de las cuestiones que más ampollas ha levantado en nuestro continente: la anexión de Groenlandia, un territorio autónomo bajo soberanía de Dinamarca ―aunque no perteneciente a la Unión Europea― gobernado actualmente por partidos independentistas.
A decir verdad, no es la primera vez que los Estados Unidos muestran interés por la isla del Ártico, ya que, aunque se trate evidentemente de un territorio inhóspito y con condiciones climáticas extremas que dificultan enormemente el desarrollo de la agricultura y el asentamiento humano, Groenlandia juega un papel estratégico por su situación entre Europa, Norteamérica y, debido a la curvatura de la Tierra, el norte de Asia.
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Es por este motivo que los Estados Unidos ya cuentan con la estratégica base aérea de Thule, al norte del territorio, desde la Segunda Guerra Mundial. Dicha base fue empleada para desarrollar misiones de espionaje sobre las defensas soviéticas o para el transporte de material militar de gran potencia de fuego. En la actualidad, dicha base cuenta también con un sistema de alerta temprana para la vigilancia de misiles balísticos intercontinentales[1].
No obstante, si hay que señalar un factor que explique el hecho de que ahora Groenlandia atraiga las miradas de Washington ese es precisamente el calentamiento global y, en particular, sus efectos sobre la minería y las rutas comerciales:
Por una parte, además de yacimientos de petróleo, oro, uranio, cobre o níquel[2], Groenlandia cuenta con importantes reservas de las llamadas “tierras raras”[3], minerales estratégicos para la industria electrónica y para la llamada “transición verde” hacia las energías renovables y cuya demanda ha crecido ―y seguirá aumentando― espectacularmente. En este contexto, el deshielo del Ártico facilita en gran medida las labores de extracción, algo que, por cierto, seguro que resulta de interés al flamante director del recién creado “departamento de eficiencia gubernamental”, Elon Musk, quien compagina el cargo con la dirección ejecutiva de la empresa de automóviles eléctricos Tesla.
El conflicto por estos materiales adquiere una centralidad aún mayor si tenemos en cuenta que el 95% de la oferta mundial de estos elementos está actualmente controlada por China[4], principal rival de Estados Unidos en la guerra comercial y en la pugna interimperialista. No parece descabellado pensar, por otra parte, que el anuncio de las conversaciones de paz con Rusia para poner fin a la guerra de Ucrania ―al margen del gobierno de este último país― vayan en este sentido: por un lado, EE.UU. se garantizaría el acceso a las reservas de tierras raras de Ucrania[5]; por otro lado, alejaría su confrontación con Rusia para priorizar sus esfuerzos en la pugna contra China.
Por otra parte, y volviendo a la cuestión de Groenlandia, el deshielo del Ártico también amplía la viabilidad de la Ruta Marítima del Norte, un corredor de transporte de mercancías entre Asia y Europa mucho más corto, rápido y seguro que la ruta que actualmente se realiza a través del Estrecho de Malaca, el Mar Rojo y el Canal de Suez.
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En la actualidad, la Ruta Marítima del Ártico únicamente se puede realizar durante unos pocos meses al año y mediante el empleo de buques rompehielos rusos. Sin embargo, se espera que “gracias” al deshielo se pueda navegar fácilmente en las próximas décadas.
En segundo lugar, la reelección de Trump también ha reabierto la cuestión del control del Canal de Panamá, devuelto a la soberanía panameña junto a las zonas adyacentes a partir del fin de año de 1999 en virtud de los tratados firmados entre Omar Torrijos y el recién fallecido Jimmy Carter en 1977.
El Canal de Panamá, al conectar los océanos Atlántico y Pacífico, es otro de los puntos estratégicos del transporte internacional de mercancías. Por él transitaron en el año 2023 nada menos que 14.000 buques[7] que representan en torno al 6% del comercio marítimo mundial[8].
Pero si las cifras ya son importantes a nivel internacional, más lo es aún para la economía estadounidense, pues ―en gran medida debido a las mejorables infraestructuras de sus comunicaciones terrestres― por dicho canal transcurren el 57’7% de las importaciones que la costa este de EE.UU. hace de Asia[9].
Esta infraestructura estratégica atrae también la atención de otra potencia imperialista, China, quien ―especialmente después del reconocimiento panameño de la República Popular como único gobierno de China[10] en 2017― ha venido liderando la construcción de distintas infraestructuras ferroviarias y portuarias en la zona del Canal[11].
Es este último punto el que ha motivado las declaraciones de Trump sobre un supuesto control tácito de China sobre el Canal de Panamá que, eventualmente, le posibilitaría la intervención. Hay que tener en cuenta, en este sentido, no sólo que los Tratados Torrijos-Carter obligan a que los peajes sean “justos y razonables”[12] (algo sobre lo que ya ha mostrado su descontento Trump), sino también que para garantizar la neutralidad del Canal, la enmienda DeConcini habilita a Estados Unidos al “uso de fuerza militar en Panamá para reabrir el Canal o restaurar las operaciones del Canal”[13].
En cualquier caso, al menos de momento, no parece que vaya a llegarse a tal extremo, pues la simple amenaza de Trump y la visita de Marco Rubio han bastado para que Panamá anuncie su retirada del proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, promovida por China.[14]
Por último, nos centraremos brevemente en el caso de otros países que ya están sintiendo el peso de la política exterior de Trump: Cuba, México y Colombia.
En el primer caso, la isla caribeña ha vuelto a ser incluida en la lista de países patrocinadores del terrorismo, elaborada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, apenas una semana después de que Biden la excluyera.
Más allá de la inconsistencia que supone el hecho de que una semana un país patrocine el terrorismo internacional, a la siguiente no y a la otra sí, la inclusión de Cuba en esa lista tiene graves consecuencias para la economía cubana que se añaden a las del bloqueo con el que Washington la asfixia desde hace décadas. En concreto, la consideración de país patrocinador del terrorismo no sólo restringe la llegada de ayuda humanitaria o dificulta las operaciones bancarias, el uso de instrumentos de pago y la contratación de servidores y servicios online con Cuba, sino que tiene un carácter extraterritorial, al amedrentar con sanciones y juicios a los países y empresas que comercien con Cuba[15].
En el segundo de los casos, México se sitúa siempre bajo la amenaza de Trump por varios motivos: unos históricos, como el avance en la construcción del muro y militarización de la frontera; otros simbólicos, como el pretendido renombramiento del Golfo de México por Golfo de América (algo a lo que Google Maps ya se ha plegado, al menos en su versión estadounidense) y otros que verdaderamente implican un atentado directo contra su soberanía.
En efecto, Trump, ante la crisis de salud que ha provocado el consumo de fentanilo en su país, ha firmado la orden ejecutiva en virtud de la cual inicia los pasos para designar a los cárteles del narcotráfico mexicano como “organizaciones terroristas extranjeras”. Esto implica la consideración de amenaza para la seguridad y la defensa de los Estados Unidos y, por consiguiente, abre la puerta a la realización de una eventual intervención militar sobre territorio soberano mexicano[16].
De manera semejante a lo ocurrido con Panamá, las simples amenazas de Trump han bastado para que México (y también Canadá) hayan cedido a las exigencias de militarizar la frontera como forma de evitar la subida repentina de aranceles. Canadá, además, reconocerá también como organizaciones terroristas a los cárteles del narcotráfico mexicano.
Finalmente, Colombia también se vio forzada el mes pasado a asumir las exigencias de Trump. En este caso, tras rechazar el presidente Gustavo Petro la deportación de 201 migrantes irregulares colombianos ―incluyendo 21 niños y dos mujeres embarazadas―, finalmente tuvo que ceder[17] después de las amenazas del estadounidense de subirle los aranceles al 25%.
3. ¿Qué hay de nuevo, viejo?
Las declaraciones y órdenes recientemente realizadas por Donald Trump representan una política exterior injerencista y expansionista que vulnera directamente la soberanía de terceros países y que, por consiguiente, resultan completamente inaceptables.
Sin embargo, por más que sea comprensible el rechazo que suscitan, lo cierto es que esta forma de actuar no resulta novedosa si analizamos la política exterior que los Estados Unidos han venido sosteniendo a lo largo de la historia. Por poner un ejemplo, la amenaza de provocar la secesión de un territorio para beneficio propio ―como ahora se hace con Groenlandia― tiene un claro precedente precisamente en el caso del Canal de Panamá.
Efectivamente, además de la concesión para la construcción del canal, los Estados Unidos exigieron al Gobierno de Colombia (país en el cual por aquel entonces estaba integrado Panamá) la concesión del ferrocarril de Panamá, el control exclusivo y absoluto del Canal, los teléfonos, telégrafos y obras públicas e incluso el control exclusivo de una Zona de terreno a lo largo del Canal que tuviera una extensión de cinco kilómetros a cada lado. Y por si todo ello fuera poco, todo lo anterior EE.UU. lo tendría por períodos de cien años prorrogables a su exclusiva voluntad[18].
Evidentemente, Colombia no pudo aceptar unas exigencias tan leoninas, ante lo cual Estados Unidos decidió la independencia de Panamá mediante una invasión. Y fue así como consiguió lo propuesto.
De manera semejante, el plan atroz para emprender una limpieza étnica que expulse al pueblo palestino de la Franja de Gaza (que quedaría bajo control estadounidense) no es, desgraciadamente, sino el último episodio de un plan de genocidio de la población palestina, al que dedicamos otro artículo, y que también tiene un claro precedente en el desplazamiento forzoso de cientos de miles de palestinos entre 1946 y 1948, durante el proceso conocido como la Nakba. Este proceso de expulsión del pueblo palestino de sus tierras no se ha visto sino acentuado a lo largo de las décadas y siempre con el apoyo y la complicidad hacia Israel de todos los gobiernos de los Estados Unidos.
En cualquier caso, si exceptuamos el caso destacado de los pueblos latinoamericanos o de Palestina, si alguien puede dar testimonio de la política exterior injerencista de los Estados Unidos, esos somos los españoles.
En efecto, desde la (auto)explosión del Maine en la bahía de La Habana ―empleada como casus belli para que EE.UU. declarase la guerra contra España―, podemos señalar al menos dos momentos destacados más: en primer lugar, la organización de la Marcha Verde con soporte de Kissinger[19] para entregar el Sáhara Occidental a Marruecos a cambio de validar la sucesión de Franco en la persona de Juan Carlos I y, en segundo lugar, las presiones para que el Gobierno de Adolfo Suárez hiciera que España ingresara en la OTAN bajo amenaza de “independizar las Canarias” en caso contrario, según palabras del propio ministro de la Presidencia de aquel entonces[20].
De una forma semejante, la semana pasada conocimos que durante el incidente entre España y Marruecos por la isla de Perejil en 2002, Washington maniobró para que el conflicto se cerrara mediante la entrega a Marruecos de las islas Chafarinas y el Peñón de Vélez de La Gomera, según el testimonio de Federico Trillo, a la sazón ministro de Defensa del Gobierno de España[21].
Se trata, como vemos, de una tendencia agresiva constante en la política exterior de los Estados Unidos, más allá de que sean los demócratas o los republicanos quienes estén al frente de la Casa Blanca o de que sean los intereses de la burguesía librecambista o proteccionista de EE.UU. los que se prioricen: las necesidades del imperialismo no se frenan con resoluciones de la ONU que sólo resultan efectivas para los países dominados, aunque sí puedan maquillarse bajo formas más o menos diplomáticas.
En definitiva, si bien resultan inaceptables en todo término las amenazas de Trump, en ningún modo podemos asumir, al menos de momento, el relato de que Trump representa un cambio cualitativo, un nuevo orden mundial o el fin de un “mundo basado en reglas” y guiado por el Derecho internacional que nunca existió. Por el contrario, nos encontramos con una continuidad de la “ley del más fuerte”, sólo que ahora se dice explícitamente lo que antes teníamos que esperar décadas para confirmar a través de la desclasificación de documentos de la CIA.
Quizá tengamos que darle las gracias por la transparencia.
[1] https://geoestrategiayseguridad.es/la-cuestion-de-groenlandia/
[2] https://www.eleconomista.es/actualidad/noticias/13190534/01/25/el-deshielo-revela-el-tesoro-oculto-que-todos-quieren-de-groenlandia-se-activa-la-carrera-por-la-riqueza-de-las-reservas-minerales-de-la-isla.html
[3] https://www.nytimes.com/es/2021/10/05/espanol/groenlandia-mineria.html
[4] https://cetim.es/la-importancia-de-las-tierras-raras-en-la-guerra-comercial-eeuu-china/
[5] https://www.france24.com/es/europa/20250211-el-precio-de-trump-en-ucrania-qu%C3%A9-busca-el-presidente-de-ee-uu-a-cambio-de-ayuda-a-kiev
[6] https://www.javiercolomo.com/index_archivos/Ruta_norte.pdf
[7] https://pancanal.com/estadisticas/
[8] https://web.splogistics.com/blog/post/1034/que-es-el-canal-de-panama-y-por-que-es-importante-para-el-transporte-maritimo
[9] https://pancanal.com/informe-de-transitos-por-el-canal-de-panama/
[10] Existe una disputa entre la República Popular de China y Taiwán (oficialmente, República de China) por el reconocimiento internacional. En base al principio de “una sola China”, el hecho de reconocer a uno implica retirar el reconocimiento del otro.
[11] https://www.unav.edu/web/global-affairs/detalle/-/blogs/china-aumenta-su-presencia-en-el-entorno-del-canal-de-panama
[12] https://pancanal.com/wp-content/uploads/2021/10/acp-plan-ref-tratado.pdf
[13] https://www.laestrella.com.pa/panama/nacional/que-dice-la-enmienda-deconcini-puede-ee-uu-usar-el-tratado-de-neutralidad-para-tomar-el-control-del-canal-de-panama-IL10397359?utm_content=buffer9f2cb&utm_medium=social&utm_source=laestrella.com.pa&utm_campaign=buffer
[14] https://www.abc.es/internacional/panama-anuncia-renovara-memorando-ruta-seda-china-20250203101245-nt.html
[15] https://www.wola.org/es/analysis/costo-humano-inclusion-cuba-lista-estados-patrocinadores-terrorismo/
[16] https://www.bbc.com/mundo/articles/c805kp4eke5o
[17] https://www.dw.com/es/colombianos-deportados-por-eeuu-llegan-a-bogot%C3%A1-tras-crisis-con-trump/a-71440184
[18] G. Selser, El rapto de Panamá, Buenos Aires, Granica Editor, 2ª ed., 1975, p. 150. Citado en M. Roitman, Por la razón o la fuerza, Madrid, Siglo XXI, 2019, p. 52.
[19] https://noteolvidesdelsaharaoccidental.org/la-cia-desclasifico-documentos-sobre-el-sahara-occidental-que-y-revelan-el-papel-decisivo-de-juan-carlos-i-en-la-marcha-verde/
[20] https://www.20minutos.es/noticia/5006876/0/entrevista-jose-manuel-otero-novas-estados-unidos-nos-dejo-un-mensaje-o-entran-ustedes-en-la-otan-o-les-independizo-las-canarias/
[21] https://www.elespanol.com/espana/20250220/exministro-trillo-revela-participacion-eeuu-conflicto-islote-perejil-trato-marruecos/925657930_0.html