Publicado en elcrisoldeciudadreal.es el 24/06/2014
En el día de ayer se celebró la Jornada por la Abolición de la Prostitución, organizada por el PCE y la UJCE de Ciudad Real en colaboración con la Secretaría de mujer del PCE de Castilla la Mancha. El objetivo de la organización de este evento suponía brindar una formación específica acerca del tema de la prostitución y en particular de la postura abolicionista.
Alba Teresa Higuera fue la encargada de introducir el tema, presentar a las ponentes y moderar el debate. Nos ofreció una lectura breve y concisa de la postura y determinación abolicionista del PCE. “La formación feminista no es sólo un papel de la mujer sino que es de mujeres y hombres en cuanto que somos personas dentro de un modo de producción del cual hemos interiorizado de una ideología patriarcal ciertos antivalores que reproducimos, luego, dentro de nuestro contexto social por eso consideramos necesario la formación para poder desarrollar análisis de la realidad con el objetivo de transformarla (…) aunque hablemos desde el enfoque de los derechos civiles y políticos debemos pensar siempre de manera integral, por lo que para hablar de derechos humanos, no podemos olvidar los derechos sociales, económicos y culturales”.
Por su parte Asunción Valero supo transmitir la crudeza de una realidad dramática a través de la literatura “La literatura se puede considerar la intrahistoria de la historia, es como si dijéramos, la historia desde dentro (…) donde más abunda el tema de la prostitución es en la literatura realista”. Las ilustrativas formas en las que la prostitución cobra vida en la narrativa sirvieron de enlace y guión a una demostración implícita del sesgo hipócrita e invisibilizador que se ha proyectado y se proyecta sobre la prostituta, el prostituidor y el entorno más cercano a ambos “en los textos literarios vemos que la figura de la prostituta es una imagen recurrente en todos los tiempos, y casi siempre, es un personaje secundario, siempre aparece en función de los demás, nunca como protagonista ni de la historia ni de sí misma”.
En un didáctico baile de términos y pasajes de grandes e ineludibles obras de la literatura universal, Asunción Valero dibujó el perfil del quehacer esclavista del siglo xxi, y la larga sombra que este proyecta muchos siglos atrás. “La prostituta aparece siempre anclada en su presente, no aparece ni su pasado ni su futuro, es un personaje que esta privado incluso de su condición de mujer y permanece únicamente su identidad de prostituta”.
Desde este perfil quiso evidenciar el protagonismo y la responsabilidad del estado, en tanto que la prostitución supone la perversa institucionalización de una forma directa de explotación y esclavitud. “Los textos literarios reflejan el cinismo ambivalente de las sociedades e instituciones que admiten la prostitución. En una sociedad patriarcal la prostitución es útil para salvaguardar la identidad machista. De hecho, la sociedad patriarcal tiene a las mujeres divididas en buenas y malas, buenas y útiles para el varón y la familia, malas y útiles para el varón y sus desahogos sexuales. La prostitución siempre se ha entendido como un servicio público que trabaja para mantener el estatus de los hombres”. No debemos olvidar que la prostitución tiene su origen en la miseria, pues “las mujeres de la prostitución proceden de las capas más desposeídas de la sociedad, y esa es la condición esencial que las conduce a la prostitución, pero los usuarios de esta esclavitud consentida pertenecen a todas las clases sociales pero todos participan de la marca infame de la indiferencia hacia la prostituta y de la desvalorización que sufren las mujeres en la prostitución”.
Mafias que extraen lujos de la miseria de las mujeres
Por su parte Sagrario Losada trajo una visión más directa. Su intervención participó de métodos propios de la antropología y extrajo de la sabiduría que los trabajos de campo arrojan una realidad tan cruda como cruel. Métodos que aseguró, tienen que luchar contra el entorno de la prostitución, que es un terreno minado por las mafias que extraen lujos y obscenidad de la miseria y esclavitud de mujeres niñas y niños. Sagrario Losada nos guio por un largo recorrido que empieza por la ruta de la seda, donde encontramos los primeros vestigios del comercio con fines sexuales de seres humanos “En la ruta de la seda, que en el siglo I ya tenía un potencial increíble por todo el mediterráneo es donde aparece el intercambio con objeto comercial de la mujer. Imaginaros que un vendedor de seda hace intercambio de su hija con otro, dependiendo del valor del producto que intercambiaban se comerciaba en moneda o se comerciaba con trueques, y la hija se quedaba con el nuevo propietario de la chica”.
El decurso de las rutas comerciales coloniales asentó un modelo de explotación que empezaba a organizarse ya en torno a redes internacionales, donde la lógica del amo/esclavo llevaba muchos siglos cumpliendo su función “en las rutas comerciales iban solo hombres, y además solo hacían una parada allí donde sabían que había muchas mujeres y es que en esta fase ya hay una economía organizada, ya no es autónoma según las posibilidades del nómada o del trashumante ya va en un barco de comercio (mediterráneo o trasatlántico) que realizaba una ruta fija. Esto es algo que no nos tiene que chocar porque ha durado hasta hace poco. En argentina hasta hace unos años, acudían al puerto bonaerense más de 6.000 mujeres cada día a esperar los barcos de la marina estadounidense”.
Es esta contradicción latente la que determina la naturaleza de la explotación de la que hablamos “Tenemos una situación muy perversa donde se confunde y anula la diferencia entre vender un objeto y vender una persona. En Latinoamérica las mujeres que había más avanzadas en la producción eran las guatemaltecas. Fueron capaces de crear excedente de producción y en el mercado vendían su producto. Era un modelo económico donde las mujeres eran capaces de ser autosuficientes, ellos los hombres, no. Tenían un control directo y total sobre su propia natalidad, como una herramienta de poder contra los hombres. Cuando llega el cristianismo colonizador arranca a las mujeres de esta forma de control de sus propias vidas. Asi las clasificaron en dos grandes grupo, y les designaban un nuevo papel en la sociedad que duraba de por vida: madre o prostituta. Era además un modelo de opresión organizado contra el poder de las mujeres”.
Por último, María Romero estableció las bases de las tres grandes teorías enfrentadas en torno al problema de la prostitución. Si bien la postura prohibicionista, por carecer de relevancia, apareció tan solo como figurante en la exposición. regulacionistas y abolicionistas no hablan el mismo lenguaje, son discursos contradictorios y sin embargo no se sitúan al mismo nivel de análisis ofreciendo dos perspectivas que parecen complementarias en un principio. Sin embargo, las hipótesis más básicas de las tesis regulacionistas, implican una perversión de términos. Al utilizar términos lejos de su significante habitual embrutecen y anulan las perspectivas de análisis de un problema complejo y ciertamente, difícil de solucionar.